
VAD03 EL ORDEN. Cano Lasso y Elviña: Poniendo en orden la ciudad sobre el paisaje. Francisco Dinís Díaz Gallego

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En el centenario del nacimiento de Julio Cano Lasso se hace necesaria una visión hacia una de sus facetas menos estudiada, la de urbanista. En el valle de Elviña, Coruña, que sueña con ser metrópoli regional al amparo del Plan de Desarrollo focaliza bajo el paraguas del Estado y del Plan General de Corrales y Molezún sus principales bolsas de crecimiento. Interesado por el lugar y por el paisaje, Cano Lasso pone orden y coherencia a una ciudad que amenaza con agotar la práctica totalidad de su término municipal en los explosivos años 60. Orden natural y orden arquitectónico se fusionan en dos proyectos del arquitecto firmados en el año 1967 que buscan, más allá de crear ciudad, crear paisaje.
URL: https://veredes.es/vad/index.php/vad/article/view/103
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Bienvenidos. Hoy vamos a sumergirnos en una faceta quizá menos conocida de Julio Canolasso, su trabajo como urbanista. Nos vamos a centrar en sus proyectos de 1967 para el Valle del Viña, en Acoruña, una ciudad que estaba en plena efervescencia desarrollista. Para guiarnos tenemos un artículo de investigación muy interesante de Francisco Dinis Díaz Gallego, publicado en Bade, Veredes, Arquitectura y Divulgación.
El objetivo es entender cómo Canolasso intentó poner orden en esa expansión, buscando siempre fusionar lo urbano con el paisaje que ya existía. Vamos a desgranarlo. Sí, el contexto es fundamental aquí. Acoruña en los 60 vive una transformación radical. Estaba el Polo de Desarrollo Industrial, las actuaciones del INVI, el Instituto Nacional de la Vivienda. Había una presión urbanística tremenda.
El término municipal casi se agota, ¿no? Y el plan general del 67, el de Corrales, Morezún y Pagola, intentaba pues encauzar todo eso y concentraron gran parte de la expansión residencial pública precisamente en el Viña. Y justo ahí es donde entra Canolasso. Él, que valoraba tanto la ciudad tradicional, decía que era el lugar en el que todo lo humano tiene su asiento y buscaba soluciones propias, soluciones arraigadas en el lugar, muy diferente de cierto urbanismo moderno más, digamos, estandarizado.
Claro, él ya venía de trabajar en Santiago y allí le había fascinado cómo la naturaleza entraba en la ciudad histórica. Buscaba esa integración entre arquitectura y topografía. Entiendo. Y lo fascinante de el Viña es que aplica un doble enfoque. Se adapta a dos realidades muy distintas dentro del mismo valle. Piensa que proyecta sobre casi un 9% del término municipal. Buscaba coherencia, orden natural y arquitectónico a gran escala.
Impresionante. Empecemos, si te parece, por la primera fase. Era un terreno muy extenso, bastante plano, ¿verdad? Dominado por la nueva avenida de Alfonso Molina que había, bueno, suplantado al río Monelos como eje. Casi un lienzo en blanco para el urbanismo moderno. Exacto. Ahí Canolasso mantiene parte del esquema viario de corrales, ¿sí? Pero introduce novedades muy significativas. Y aquí tenemos el primer concepto clave. La calle peatonal. Diseña vías sólo para peatones, paralelas a la gran avenida. Vinculadas a usos comerciales, cívicos...
O sea, recupera la calle como lugar de encuentro social. Muy influenciado por ejemplos como la Lynch Van de Rotterdam. ¡Ajá! Qué interesante devolverle ese papel social a la calle. Sí, una idea que contrastaba mucho con el foco en el coche de la época. Y si nos vamos a la cuarta fase, el terreno cambia por completo. Ahí ya no era plano. Había pendiente, preexistencias, como núcleos rurales, el montemero... La avenida principal era más tangencial, no tan dominante.
Totalmente distinto. Y claro, la estrategia de Canolasso también cambia radicalmente. Segundo concepto clave. La topografía manda. Aquí utiliza bloques lineales, pero los pliega. Se adaptan a las curvas de nivel. El artículo lo cita así. Los bloques lineales se pliegan en las curvas de nivel. Busca crear recintos semiserrados o manzanas cerradas con patios verdes interiores. O sea, se aleja de la disposición lineal estricta. Exacto.
La arquitectura se integra, se subordina al orden natural del paisaje. Y eso conecta directamente con el tercer concepto clave. El barrio-parque. En esa cuarta fase, el parque público del montemero está en el centro, pero no aislado. No, no. El verde parece diluirse por todo el desarrollo residencial.
Se busca el contacto con la naturaleza desde la propia vivienda, desde el espacio público, como esas huertas que él veía entrando en Santiago, ¿no? Justo. Recuerda esa imagen. Y las torres, por ejemplo, las usa como elementos puntuales que se integran bien en esos entornos naturales. No como barreras. Además, en esta fase complejiza mucho las circulaciones peatonales. Les da protagonismo sobre las rodadas en ciertas áreas.
Conecta equipamientos, crea espacios de estancia. Va muy en línea con el debate revisionista del urbanismo de la época sobre el rol social de la calle. ¡Qué visión tan completa! Pero y aquí viene la parte agridulce. Esta visión tan ordenada no se realizó del todo. El artículo dice algo así como que la belleza del plan atrajo la catástrofe de su no realización completa.
La primera fase, bueno, algo se preservó. Pero la cuarta fase, esa adaptación tan fina al terreno, se desechó. Da un poco de pena, ¿no? Sí, la verdad es que sí. Es un poco la historia de muchos grandes planes urbanísticos. Pero es importante entender por qué no se completó. No fue por incompatibilidad con el plan general del 67, que eso es interesante.




















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