
Valores democráticos en la era de la desinformación. Ana Palacios, english version

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El 5 de marzo de 2019 tuvo lugar el encuentro sobre democracia y desinformación #DisinfoWeek Madrid 2019, organizado por la Fundación Rafael del Pino, el Atlantic Council, la Embajada de Estados Unidos y la United States Mission to the European Union, en el que participaron Ana de Palacio, asesora estratégica de Albright Stonebridge Group y directora del Consejo del Atlantic Council; Alexandre Alaphilippe, director ejecutivo del EU DisinfoLab; Daniel Fried, investigador destacado en Eurasia Center, Atlantic Council; Nicolás de Pedro, investigador de The Institute for Statecraft; Kadri Kaska, investigadora jurídico del NATO Cooperative Cyber Defence Centre of Excellence, y David Alandete, periodista del diario ABC.
El acto se inició con la intervención de Ana de Palacio, quien señaló que los valores democráticos en esta era de desinformación se basan en que los ciudadanos puedan tomar decisiones informadas. Si la desinformación oculta la verdad, no se puede cumplir ese requisito fundamental de la democracia, ni permite que la sociedad funcione adecuadamente. Por el contrario, la desinformación aumenta las divisiones en el seno de la sociedad. Por eso es una amenaza existencial, que devora a la democracia desde dentro, y a la que hay que dar respuesta.
En este sentido, en Europa se están produciendo iniciativas muy interesantes. El problema de esas iniciativas es que están compuestas más de palabras que de hechos. Tenemos códigos, documentos, el ‘task force’, una página de la Unión Europea, pero eso solo son los primeros pasos. Y lo que hay que hacer es vacunarse contra la desinformación.
Estamos solo al principio de la guerra de la desinformación. Los rumores y la propaganda siempre han existido, pero ahora, con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, tenemos un nuevo aspecto, un nuevo frente. Después de las manipulaciones informativas que vimos en 2016, quienes toman decisiones empezaron a darse cuenta del desafío al que nos enfrentamos. La OTAN, por ello, seguirá siendo crucial, dado el vínculo existente entre desinformación y seguridad, pero eso es algo que tenemos que tener muy claro.
La desinformación es un síntoma de una enfermedad mucho más amplia que está afectando a la sociedad. Por ello, responder a los creadores de noticias falsas en Rusia es necesario, pero no suficiente, para afrontar este desafío.
Cuando nos enfrentamos a un peligro anónimo, la primera reacción es actuar a corto plazo, de forma visible, erradicando las fuentes. Estas son buenas políticas, que actúan por el lado de la oferta. Pero si no hacemos algo también por el lado de la demanda, vamos a vernos inmersos en una guerra interminable. Ahora bien, atacar el lado de la demanda es mucho más difícil, porque requiere hacerlo mediante la educación. Italia es un buen ejemplo al respecto. Allí están introduciendo cursos sobre alfabetismo de los medios.
También hay que establecer una mejor relación entre el político y el ciudadano, al que se ha dejado de lado, porque la falta de esa relación reduce el sentido de la responsabilidad. Cuando la población siente que no tiene poder, esa sociedad se convierte en un lugar fértil para que se extienda la desinformación y se acaba transitando hacia las realidades alternativas que nos presentan las nuevas tecnologías.
De la misma forma, es preciso crear nuevas narrativas, ya que las que teníamos antes han dejado de servir. La prosperidad ya no es la narrativa principal en Europa, después de todo lo que ha sucedido en relación con la crisis. Eso se combina con el declive demográfico y sus consecuencias, con una población que se reduce. El resultado de todo ello es que acabamos a la deriva, en un entorno que ya no controlamos y en el que nos sentimos perdidos.
Desde esta perspectiva, tenemos que ser conscientes de que nos estamos enfrentado a desafíos cada vez más duros cuando tratamos de afrontar las demandas de la sociedad. Estamos viviendo en un mundo que está cambiando a velocidades de vértigo. Estamos llegando al final de un periodo de doscientos años en los que la idea de la ilustración y la importancia de la persona eran fundamentales. Hoy, esas ideas están en retroceso y se da prioridad a la colectividad sobre el individuo.
Si queremos enfrentaros a estos desafíos, tenemos que poner orden en nuestra casa y mantener una sociedad que sea capaz de resistir. Lo importante es mantener la resistencia, que depende del grado en que Estados Unidos siga siendo un país que sabe lo que quiere, que sabe enfrentarse a los problemas internos y que tiene una altura moral a la altura de sus mejores tradiciones. Ese es el desafío que vemos hoy a ambos lados del Atlántico, el de estar a la altura de nuestra mejor tradición. Por eso, tampoco hay que olvidar los desafíos que tenemos dentro.