Vida del Escudero Marcos de Obregón. Adaptación de Isidro G. Cigüenza, 3
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“LOS MÉDICOS” EN EL MARCOS DE OBREGÓN IV Centenario de D. Vicente Espinel
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Los médicos en el marcos de obregón de don vicente espinel en su cuarto centenario tienen los médicos la obligación de ser dulces y afables de semblante alegre y palabras amorosas que sean corteses que toquen y acaricien al enfermo de modo que parezca que solo su visita ya les ha traído mejoría este asunto de los médicos y el consiguiente alivio de las enfermedades lo tenía don vicente más que claro sus reflexiones nos resultan hoy proverbiales has quejado como estaba del mal de la gota las observaciones que hace sobre el devenir de su propia dolencia le llevó a sacar conclusiones que hoy clasificamos como determinantes allí de forma sabia nos orienta sobre el cuidado que el propio enfermo debe tener de sí mismo al enfermo que no se cuida a sí mismo no le aprovechan los remedios de los médicos ni las medicinas más al que se esfuerza y ayuda asimismo todo le alivia y alienta la caridad la caridad ha de comenzar por uno mismo si yo no cuido de mí mismo qué ventaja me aportara que me cuiden los demás descanso cuarto para que ella le ha de sangrar pregunté yo pues por los moratones que le han salido a consecuencia de la caída me respondió el doctor pues se cayó acaso pregunté yo de la torre de la iglesia de san salvador para que se le ponga este remedio a vos sabéis poco de medicina me corrigió el doctor que de ellas contusiones de lapso habiéndose removido las partes hipocondríacas y renes podría sobrevivir un prófugo lubin sanguinis irreparable y del libor del rostro quizás pudieran quedar cicatrices perpetuas ah y luego dije yo vendrá el arturo meridional y la circunferencia metafísica del vegetativo corporal a evacuarse la sangre del empate a que decís me pregunto extrañado del doctor que no os entiendo no me entiende dije yo pues menos le entiende su mujer a vuesa merced para decir que de la caída puede venir un flujo de sangre y quedar señalado el rostro se han de decir tantas pedanterías lapso hipocondríacos profirió libor mándele que se ponga un poco de bálsamo hombre un ungüento blanco o zumo de hojas de rábano y olvídese de todo lo demás no creo yo que con esos remedios me venga a poner peor que con los vuestros dijo ella riendo lo que siento es que ella me han quitado las ganas de comer poneos dijo el doctor unos absinthe anios en la boca del ventrículo y echaos un cristal el que con esto una abdicación en las partes inferiores y la exoneración del ventrículo cesará a ese mal otra vez con lo mismo volvía a criticarle yo no hay quien entienda un lenguaje tan enrevesado como el que utilizan estos médicos jóvenes qué pretendéis se ofendió el doctor acaso que los hombres doctos hablen con la misma jerga que los incultos ah y en cuanto al conocimiento de las enfermedades no desde luego pero en lo referente al lenguaje porque no ha de hablar ustedes de forma que se les entienda el conde de lemos don pedro de castro yendo a visitar galicia como era tan grueso y bebedor de agua debido al cansancio del camino le entraron unas hemorroides y como no le acompañara ningún médico su ayudante diego de osma le aconsejo señor aquí hay uno que está deseando tomarle el pulso a vuesa señoría desde hace días allí pues llamadle dijo el conde y le llamaron le llamaron y el buen hombre en cuanto yo supo de la enfermedad que padecía ya dispuso en seguida a utilizar la retórica medicinal por parecerle que allí se ganaría la confianza del conde diciendo ve las manos ya en su señoría y el conde le dijo en buena hora vengáis los thor y