Viernes 28 de marzo – Marcos 12, 28b-34. El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás.

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás.

Cuando a Jesús le preguntan cuál es el mandamiento principal de la ley, instantáneamente, sin pensárselo, dice, escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.

Y esta es la esencia de la fe de Israel.

Rodeado de pueblos que tenían varios dioses, el dios del agua, el dios del fuego, el dios del viento, el dios de la guerra, el dios del amor, bueno, Israel viene a decir, no hay muchos dioses, sólo hay un único Dios, que no es nada de lo que vosotros decís, y ese único Dios lo vas a amar, ¿por qué? Porque Él te ha amado a ti, porque ese Dios ha puesto amor en tu corazón, tú puedes corresponderle con el amor que ha puesto.

Mirad, todo lo que no sea reconocer que hay un único Dios es la idolatría, y que es un ídolo cuando ponemos a algo o a alguien en el lugar de Dios.

Hay gente que pone en el lugar de Dios a un cantante, idolatran al cantante, hay gente que pone en el lugar de Dios la comida, el alcohol, el dinero, el poder, y es que venden su alma y rinden culto a esas realidades.

Y por tanto, a veces, tendríamos que preguntarnos con honestidad todos, siendo cristianos, si no hemos dejado que algún idolillo o idolazo esté en nuestro corazón, porque a veces rendimos culto, claro que rendimos culto en el sentido que nos preocupamos, nos peleamos, nos partimos la cara, ¿por qué? Por un piso, por un dinero, por un buen nombre, por cosas que al final ni te van a dar la salvación ni te van a dar la felicidad, pero tú las tratas como si tu salvación y tu felicidad dependieran de esas cosas.

Nuestro Dios es ahí en tu corazón.

Es verdad que es el Señor nuestro Dios, tu único Señor, o junto a Él, porque está, hay otros señores.

El Señor del placer, el Señor del bien parecer, el Señor de la seguridad, del control, y claro, todos esos ídolos, pues al final te van desgastando, porque además son muy amargos, porque sí, te ofrecen al principio un bienestar, pero luego sabes que es que no te van a dar nada y te van a dejar el corazón vacío.

Cuántos dioses habitan en nuestro corazón, y en ese sentido, esto es la cuaresma, purificarnos para que todos esos dioses sean eliminados, pero para eso primero tenemos que ponerles un nombre.

¿Qué es lo que más te enfada, o qué es lo que más te importa, qué es lo que más te ilusiona, o qué es lo que más te agobia? Y te darás cuenta que esa energía que tu corazón gasta viene en buscar o viene en rechazar, está haciendo referencia a ciertos ídolos que sin querer los tenemos ahí, y que es natural que nos importen, pero no podemos vivir sólo de eso, ni sólo para eso, porque estaremos malgastando nuestra vida en dioses falsos, en cosas buenas que las hemos convertido en dioses falsos, y por eso grábate a fuego, escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno, solamente uno, y lo podrás amar.