Violencia en el hogar. El crimen doble de José Reñones

Es una gélida tarde de diciembre de 2021 en Liaño de Villaescusa, un apacible barrio de Bezana, Cantabria.

Las luces navideñas parpadean en las fachadas de los chalés del barrio de Santa Ana, mientras el viento del Cantábrico trae un frío que cala los huesos.

En una de esas casas modestas, una mujer de 40 años acuna a su hija de 11 meses, rodeada de juguetes y el aroma de una cena que se enfría en la cocina.

Las risas de la niña llenan el aire, pero la calma se quiebra con un estallido de violencia que deja un silencio ensordecedor.

Un acto brutal destroza una familia y conmociona a toda una comunidad.

Esto es, Crímenes que marcaron España.

Hoy, violencia en el hogar, el crimen doble de José Reñones.

Detrás de los hechos, conozcamos las personas clave de este relato.

José R.C.

José, conocido como José Reñones, tenía 43 años en 2021.

Su vida estuvo marcada por la inestabilidad, el consumo habitual de alcohol y antecedentes por violencia machista hacia una pareja anterior, además de pequeños delitos.

Tras quedarse sin trabajo y acumular deudas, su carácter se volvió más autoritario y despectivo.

La ruptura con su pareja acentuó esa conducta.

No aceptó la separación y comenzó a ejercer control y amenazas sobre ella.

Con el tiempo, los mensajes intimidatorios se hicieron más frecuentes y agresivos.

Reflejaban su frustración y la pérdida total de dominio.

Su resentimiento creció hasta un punto de no retorno, alimentado por la ira y su deterioro personal.

Eva tenía 40 años en 2001.

Era la expareja de José Reñones.

De 11 meses, y de dos hijos adultos de un matrimonio anterior.

Trabajaba como camarera en el bar La Caracola, en Somo.

Su trato amable y su dedicación la habían hecho conocida entre los clientes como, la chica de 10.

Durante el verano de 2021 atravesó una depresión que la llevó a solicitar una baja laboral.

Aún así, se mantenía firme en su esfuerzo por cuidar de sus hijos y reconstruir su vida.

Su prioridad era proteger a su familia y ofrecer estabilidad, incluso en un entorno de miedo y tensión.

Su hija pequeña, un bebé de 11 meses, representaba para ella una fuente de esperanza.

Con su risa y sus primeros balbuceos, era el centro del hogar y la principal razón por la que Eva seguía adelante, decidida a mantenerla a salvo.

Así ocurrió, crónica de los hechos.

En 2018, Eva Jaular y José se conocieron en Bezana, Cantabria, una localidad tranquila donde las relaciones sociales se forjaban en bares y mercados.

Eva, de 37 años, era madre de dos hijos adultos de un matrimonio que había terminado cinco años antes.

Trabajaba como camarera en La Caracola, en Somo, donde su puntualidad, profesionalismo y simpatía la hacían destacar entre clientes y compañeros.

José, de 40 años, ya lidiaba con problemas de alcoholismo y acumulación de deudas.

Su carácter controlador y dominante generaba tensiones desde el inicio de la relación.

A pesar de los altibajos, la relación se mantuvo durante tres años.

En 2021, nació su hija, un rayo de esperanza para Eva, quien aspiraba a construir un futuro estable para su familia, a pesar de los conflictos crecientes con José.

Con el tiempo, el comportamiento de José se volvió cada vez más opresivo.

Con antecedentes por violencia machista y otros delitos, ejercía control sobre Eva mediante llamadas y mensajes constantes.

La insultaba con frases como, «Estás loca», «Subnormal», «No tienes ni puta idea de hacer nada».

Y mostraba desprecio hacia la niña, llegando a decir, «No la quiero», «No quiero ni oírla si no la apuñalo».

Eva, afectada por una depresión que la llevó a tomar una baja laboral en el verano de 2021, ocultaba moretones y miedos para proteger a su familia.

El 6 de noviembre de 2021, tras un episodio en el que José la amenazó con un cuchillo diciendo, «Ahora vas a saber lo que te espera», «Mira cómo corta», Eva decidió denunciar.