Voces del Misterio: Muertes por Caridad, con Fermín Mayorga

Que vamos a tratar, en principio puede ser un poco dura, pero no por ello deja de tener también a veces inclusive alguna chispa de humor en un momento determinado, pero es algo que forma parte del mundo de la historia, del mundo del misterio, en definitiva, porque se ha ocultado, se ha tenido ahí como algo muy que no se debería haber sacado a la luz para que el resto de la sociedad realmente conociese lo que estaba ocurriendo en algunos lugares y siempre para ello nos tenemos que situar en épocas anteriores, en siglos anteriores, cuando más del 70 por ciento de una población determinada vivía a las afueras de la población, vivía en los campos y en chozos, etcétera, guardaban sus ganados o trabajaban para determinados personajes que daban una cuantía por el trabajo que desarrollaba el marido, en este caso en el matrimonio.

Pero para meternos ya de lleno en el mundo de estas muertes piadosas o muertes de caridad, tenemos que situarnos sobre todo en la zona del Levante, en la zona del Orca, también en sus aldeas, en Calasparra, en Gijona, inclusive en algunos pueblos de Andalucía, de Extremadura, donde hace mucho tiempo se practicaba por parte de un saludador, decía ser el séptimo hijo nacido en la familia y que también se tenía la creencia, desde la superstición de que ese niño llevaba la rueda de Santa Catalina bajo su lengua y por lo tanto toda su saliva era era sagrada y podía perfectamente curar determinadas enfermedades, etcétera.

A men de que esta historia se nos ha vendido así por parte de los saludadores, luego también estaba esa otra parte donde eran ejecutores, eran asesinos, nunca mejor dicho, a pesar de que así no se les consideraba, de bebés, de niños, con la complicidad siempre, como dije al principio, de la familia del muchacho que iban a hacer. Pero claro, ¿qué ocurría ahí para que esto realmente fuese así? Bueno, pues normalmente este actor, cuando había sido llamado por los padres del niño, siempre se les hacía, antes de entrar en la casa, digamos que una determinada ritualística. Pero el motivo por el que fuese hasta dicha casa para desarrollar su trabajo era que, bueno, pues el niño había sido mordido por un lobo, había sido mordido por un perro rabioso y en épocas donde la rabia pues todavía no tenía cura porque Paster no había sacado su vacuna.

Esto equivalía a que realmente el niño, a los 15 días como mucho, un mes, moría de la rabia. Bueno, pues teniendo convulsiones, soltando los famosos espumarajos que le solían salir por la boca, tendía a morder a otras personas. Pero sobre todo las familias, era una familia humilde, recursos económicos, sabían que el tener en casa a un niño en esas circunstancias, con ese padecimiento, lo mejor sería acortarle la vida. Sería acabar con él para que dejase de sufrir, para que económicamente a la familia no la hundiese, pues comprando determinadas medicinas que a lo mejor no iban a solucionar nada.

Inclusive, bueno, el tener que dejar de trabajar para tener que cuidarle. Añadamos, sobre todo, que tradicionalmente la infección provocada por la rabia, pues con ciencillas y sin cultura urbana, pues próxima a la posesión demoníaca. En consecuencia, bueno, pues los espasmos, la espuma bucal, esos zarpavientos y los gritos de estos niños, que habían sido mordidos por un perro rabioso, pues se consideraban, un poco menos, que casi un castigo divino. Es decir, algo que realmente se había fraguado, porque en esa casa posiblemente el matrimonio no anduviese por las sendas del crucificado, sino que realmente andaría por otro tipo de orillas, más del emperador de los infiernos al príncipe de las tinieblas, dejando de un lado realmente el mundo cristiano.

Esto era la idea que se tenía en el siglo XVI, XVII, XVIII, por parte, sobre todo, de la sociedad rural y de esos hombres y mujeres que vivían, como ya he dicho anteriormente, en esas grandes dehesas de Extremadura, de Andalucía, en otros lugares del Levante, etcétera. Y a pesar de eso, cuando un niño, de esas aldeas que hemos indicado, o de otras, o de otros lugares del país, era atacado y mordido por ese por ese campo, de ese perro enfermo de rabia, y quedaba infectado y afectado gravemente por esa enfermedad. Y se sabía, como ya hemos dicho, que perecería, de alguna manera,