Volver a la tribu: más allá de la familia (MUNDOS POSIBLES- CARNE CRUDA #1501)

Te recuerdo que este programa se emite desde el Estudio de la República Independiente de la Radio, donde, por cierto, se graban otros programas.

Y donde hoy vuelve uno de nuestros formatos favoritos, pensar en futuros posibles, en utopías frente a la distopía presente.

Mi papá se llama Manuel y nunca se separa de mí. Yo sé que soy distinta porque no puedo correr ni lanzar piedras al río, ni comer con mis propias manos los deliciosos frutos del bosque. Tampoco puedo hablar para pedir lo que necesito. Hay algo dentro de mí que me hace ser diferente a las otras niñas y demás niños. Solo puedo gritar, llorar y sonreír. Pero me hago entender, no necesito más, porque mi papá favorito siempre está ahí, atento, leyendo en mis ojos para comprenderme y darme lo que necesito.

También tengo muchos hermanos y hermanas, tíos, tías, primas y abuelas que me cuidan, pero como no sé contar, no podría asegurar cuántos somos en el clan. Y luego está mi mamá, que siempre me cuida y me da calor. Pero como tiene un bebé en los brazos al que amamanta y antes tuvo otro y antes otro, no puede estar conmigo todo el rato.

Pero lo que sí sé es cuál es mi nombre. Benjamina. Porque es como me llaman.

El antropólogo y trabajador social Richard Bacete llama a Manuel al padre de Benjamina en su libro Papá, del que escuchabas un fragmento. La historia es real y sucedió hace más de 450.000 años. Manuel era un homo heidelbergensis, padre de una niña que nació con una lesión craneal que le produjo un alto grado de dependencia.

Sus restos fueron hallados en la cima de los huesos, en Atapuerca, y sola no hubiera podido sobrevivir. Por lo que, muy probablemente, tuvo muy cerca a un grupo de personas que, lejos de considerarla un lastre, la cuidaron y protegieron. Tuvo una comunidad y un entorno, una tribu. Sin la que no habría sobrevivido, no habríamos sobrevivido. Porque la humanidad nació de la tribu.

Se repite mucho la frase de Orson Welles, nacemos solos y morimos solos, pero no es cierto.

Ninguna vida humana comienza sin el cuerpo de otra.

No es la sangre, es mucho más. Esta hermandad no se deshace, no hay ningún temor a tropezar, siempre estás, siempre estoy, donde tú vayas voy, cantan nuestras queridas bala en esta canción de su último disco, Vesta. Vamos en busca de algo que perdimos, la tribu.

Hoy exploramos cómo sería vivir de nuevo en comunidades que comparten los cuidados y los afectos más allá de la familia nuclear. Lo haremos desde la sociología, la antropología, la historia, la experiencia personal y hasta la ficción.

Vamos a mirar atrás, pero también adelante, a escuchar a quienes están intentando vivir de otra forma, crecer juntas y envejecer acompañadas.

Reconstruir una vida en común en mitad de una sociedad que nos empuja a la separación y al sálvese quien pueda. Porque es posible que la tribu sea, más que un sueño amable, una necesidad urgente, un mundo posible al que encaminarnos.

Subtítulos por la comunidad de Amara.org