Waco, historias no contadas

No me aferro a una táctica concreta, pero improvisaré de la forma que mejor sirva a ese principio.

Y ese principio es que Estados Unidos parece condenado a irse al infierno.

Yo no quiero que Estados Unidos se vaya al infierno y haré todo lo posible para evitarlo.

No se trata de lo que está ocurriendo.

Koresh y yo estábamos en un centro comercial y estábamos viendo a un tipo de derechas de California que se llama Lyndon LaRouche, y pensamos, este tío está como una cabra.

Quiero decir, ¿cómo pueden seguirle? Entonces Koresh se volvió y me dijo, ya, pero tú y yo estamos en una secta.

Tú me sigues a mí, que soy el hijo de Dios.

Tengo inspiración divina.

Nos reímos un poco y le dije, pues sí, tiene razón.

He destruido a gente como tú.

Sus ciudades han quedado arrasadas.

Un nuevo Mesías promete guiar a su pueblo hacia la salvación.

David Koresh creía que era el séptimo y último profeta.

El mismo Cristo que castigará a los malvados revela un juicio.

Usaba expresiones muy fuertes como morirás en el infierno.

Decía que el Apocalipsis es real, que el Armagedón es real y que nos llevaría a un lugar seguro.

A mí eso me pareció increíble.

Hay frases ahí que podrían hacerte feliz.

Casi un tercio de sus seguidores eran británicos.

Beverly pensaba que había encontrado algo bueno.

Me llamo Bernadette, soy de Londres, Inglaterra.

Por desgracia, Bernadette ya era una persona muy distinta cuando se fue a Waco.

Era una forma de vida mejor, una forma de pensar mejor.

Les dio esperanza.

Pero no era más que un macarra de poca monta.

Se vieron atrapados en una de las tragedias más controvertidas de Estados Unidos.

Era un caos total.

Fue brutal, querían matarnos.

No dejaba de preguntarme, ¿así es como va a morir mi hijo? Creo que fue el asalto militar más extraordinario que haya visto jamás Estados Unidos contra un grupo civil.

51 días de conflicto, 86 muertos.

Entráis en nuestras tierras, pero no nos inclinaremos ante vosotros.

Parece que se está produciendo un incendio en este momento.

Lo más duro era no saber.

La familia es el mayor tesoro que tienes en esta vida.

Estas son las historias que han tardado 30 años en poder contarse.

Era la vida eterna y por eso lo hicimos.

Estoy hablando contigo, ¿quieres seguir jugando a eso? Alguien saldrá herido.

Waco, historias no contadas.

Waco siempre ha sido un hombre de gran valor.

Siempre ha tenido raíces religiosas muy profundas, sin importar la fe.

Mi primer recuerdo de los davidianos fue en 1955 o 56.

Mi padre, que era algo ácil de los Estados Unidos por entonces, nos llevó a mi hermano pequeño y a mí con los davidianos.

Y fue en ese momento que mi madre y yo nos llevó a mi hermano pequeño y a mí con los davidianos.

Había una calle en la que vivían que se llamaba Mount Carmel y dijo, estas personas creen que el mundo se va a acabar a medianoche del sábado, pero se van a sentir bastante ridículos cuando se despierten y siga brillando el sol.

Y no ocurrió nada.

Los davidianos eran gente peculiar, muy religiosa, pero buena gente.

Y no hubo ni un solo problema hasta que ese joven, David Koresh, se unió al grupo.

Él lo llevó todo a otro nivel.

David Koresh nació de una madre muy joven, creo que tenía 14 años.

Le hacían bullying en el colegio.

Sufrió abusos sexuales no en casa, sino por parte de otros chicos.

Se crió en la iglesia adventista del séptimo día.

Empezó a tener visiones en las que Dios le decía que debía casarse con la hija del pastor.

Ella se quedó embarazada de él, probablemente dos veces, así que acabaron expulsándole.

Koresh llegó más o menos por casualidad a Mount Carmel, que está a las afueras de Waco.

En aquel momento, Mount Carmel estaba dirigido por Lois Roden, la viuda de Ben Roden, el antiguo líder.

A Lois Roden le impresionaba su conocimiento de las Escrituras y su carácter moderno.

Fue una de las personas más conocidas de la época.

Fue el más grande de los que había conocido.

Y se convirtió en el líder de la organización más popular de la época.