Wurlitzer Records: The Hellacopters Overdriver

El eterno latido del blues, la salvaje belleza del jazz y el rugido eterno del rock and roll.
¡Bienvenidos a la Gürlitzer Records!
Monográficos sobre las leyendas que marcaron el camino
y las últimas novedades discográficas que lo siguen expandiendo por las calles,
los clubs, los grandes escenarios y tus propios auriculares.
La Gürlitzer Records, tu podcast semanal donde la música nunca descansa.
¡Hola gente!
El otro día compartía una fotografía en el grupo de Telegram del programa
en la que mostraba un trocito de cómo tenía decorada mi habitación
en casa de mis padres hace ya más de 30 años.
Aquellas paredes cubiertas por un gigantesco collage de fotografías
de las bandas más duras y más importantes de los años 90,
siempre en contra de los deseos de mi madre,
complementaban mis sueños musicales al escuchar mi, por aquel entonces,
pingüe colección de vinilos.
Pasaba horas mirando aquellos rostros enjutos y desafiantes,
algunos con largas melenas, otros violentos rapados con la piel cubierta de tinta,
observando la foto me llegaron recuerdos de una imperiosa necesidad
de hacerme mayor para poder hacer lo que me diese la gana,
sin tener que escuchar a mi bendita madre,
poniendo pegas acerca de cómo decoraba yo las paredes de mi cuarto.
Como casi todos, era un chaval bastante ingenuo,
que se dejaba llevar por las volubles expectativas de una cultura
que estaba instalada ahí en ese momento, una cultura mordaz,
pero quizá no tanto como en décadas anteriores.
Así las cosas yo deseaba liberarme,
conseguir esa posición de privilegio,
en la que ya no tuviera que complacer a nadie más que a mí mismo.
Estaba seguro que todos aquellos héroes del grunge y el metal
que me miraban altivos desde sus tronos de papel,
eran reyes y reinas con una personalidad incorrompible
y jamás darían su brazo a torcer ante nadie.
Pero por aquel entonces había un concepto que a mí se me escapaba.
El tiempo.
Y con el paso del tiempo llega el conocimiento y la calma.
El velo épico y misterioso que envuelve a los mitos
se va cayendo y se observa la verdad al mismo tiempo que uno descubre la suya propia.
El tiempo no se detiene, marca un ritmo perfecto, constante,
y de repente ahí está, esa libertad tan ansiada, tan falsa,
tan mágica, tan decepcionante, tan divertida, tan asfixiante,
y también tan arquetípica.
La vida adulta, todo chicha, sin nada de nervio.
Ahora decoramos las paredes con pósters enmarcados,
los colgamos usando incluso una regla para que queden rectitos,
colocamos los libros por géneros o autores, los discos por estilos…
No sé, en realidad la libertad no es tan atractiva
y necesitamos ponernos una serie de reglas para soportar el caos.
En el que en realidad vivimos.
Rodeados de pilas de asuntos por hacer y de muchísimas responsabilidades.
Vaya, y todo esto os lo estoy contando
y me ha venido a la cabeza durante esta semana
por el disco que va a protagonizar los primeros minutos de esta Wurlitzer.
De algún modo esta banda representa muy bien para mí ese concepto del paso del tiempo.
Ellos se han hecho mayores y el tiempo les ha traído una bella calma
que no deja de sentirse poderosa.
Pero ese poder ahora no se refleja en una actitud musculosa y contestataria,
más cercana al punk o al garage,
sino que se instala en la belleza de la melodía
que por momentos vuelve a mirar al rock and roll de los 70,
incluso al pop de calidad,
siempre con respeto desde la perspectiva de la actualidad.
Y es delicioso darse cuenta de que uno
finalmente tiene que evolucionar de una manera muy similar
a la que evoluciona todo el mundo,
incluso los grandes reyes del rock.
Por aquí me llamáis Willard, esto es la Wurlitzer Records
y hoy, de inicio, nos metemos de lleno en el nuevo disco.