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ENTRE LÍNEAS: La estrategia de China para derrocar a Estados Unidos: África

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Descripción de ENTRE LÍNEAS: La estrategia de China para derrocar a Estados Unidos: África

economía china áfrica geopolítica geoeconomía


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  • Cecilia Lopez
  • Andres Mauleon Almagro
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Hay que dejar de usar los servicios de Internet de Estados Unidos. Y crear cuentas en sus servicios como Google, para que ocupen espacio en los servidores informaticos y se arruinen 15 Gb por cuenta, creas 1000 cuentas =15Tb de almacenamiento sin usar en los servidores de Google. (Es un ejemplo). Eso produce gasto y les cuesta dinero! Tambien no hay que comprar nada que provenga de Estados Unidos, ni coches, ropa, peliculas. Hay que descargarlas de Internet y ademas te ahorras 17€ por película, y la musica descargarla de YouTube de Google, con complementos para dicha accion! A colaborar con Rusia y especialmente con China! Comprandoles productos como Huawei, que tiene la mejor calidad en redes de fibra optica, aparatos de telecomunicaciones, soluciones en la nube (BigData) e Inteligencia artificial, tambien es el rey indiscutible de las computadoras portatiles que tienen la mejor calidad que existe y los smartphones que son increibles, por la calidad que tienen, y todo por la mitad de precio que la asquerosa empresa "Manzanorra podrida" que solo la compran los ingenuos e idiotas que buscan ser "fashion" por tener un telefono con el logotipo de una manzana mordida pero que tiene la mitad de tecnologia que Huawei, pero que vale el doble de precio. Porque creeis que Estados Unidos esta que trina de rabia contra Huawei? Porque le gana cuota de uso en su territorio (USA) y este gobierno corrupto y asesino, amante de la guerra, no puede permitir que les superen tecnologicamente y mas China, con lo racistas que son los americanos! Y un dato interesante, es que Estados Unidos fue la responsable de la fundacion de el grupo terrorista Al Qaeda, puesto que formo militarmente a Bin Laden, para luchar contra los Sovieticos cuando estos invadieron Afganistan en la decada de los 80s invirtiendo mas de 1000 millones de dolares al año, para este proposito! Por no hablar de las operaciones (BlackOps) operaciones clandestinas ilegales que hacen por todo el planeta e incluyen asesinatos, secuestros, torturas, trafico de drogas, blanqueo de dinero y un monton mas. -Revelado por Wikileaks y Edward Snowden, ex analista de la CIA. Asi que nada de Estados Unidos y su politica capitalista, que arrastra al mundo a la crisis global, a la guerra internacional, al espionaje gubernamental internacional como el escandalo (PRISM) etc...

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La ‘ayuda humanitaria’ y la lucha por la ‘democracia’, artimañas de EE.UU. para justificar una intervención. Bajo el amparo de la ‘ayuda humanitaria’ y la lucha por la ‘democracia’, EE.UU. ha justificado decenas de intervenciones militares y políticas en el mundo durante el siglo XX y XXI. En su más reciente campaña se han centrado en Venezuela, como parte de una estrategia para menoscabar a gobiernos progresistas de la región. Con una coordinada manipulación mediática, bloqueo económico y presión diplomática se ha tendido la ofensiva imperialista sobre la nación latinoamericana desde hace más de una década. Han tachado al gobierno venezolano como una ‘dictadura’, presentándolo como un ‘Estado fallido’ sumido en caos social, con altas tasas de pobreza, desnutrición, e inseguridad; argumentando que la causa es el modelo progresista y no factores exógenos como el bloqueo o desacreditación internacional. Para Estados Unidos, y gran parte de Occidente, estos son causales suficientes para justificaruna intervención política y diplomática, que incluso debería ser militar. Entonces si estos son detonantes para intervenir es momento que Estados Unidos, en defensa de los derechos humanos y la democracia, tome la iniciativa de invadir a su propio país. La situación norteamericanaes altamente preocupante y clasifica a la nación para ser un apto receptor de ‘ayuda humanitaria’ made in USA. Según un informe de Philip Alston, relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre la pobreza extrema y los derechos humanos se reveló que al 2018, 40 millones de personas en Estados Unidos viven en pobreza, 18.5 millones viven en extrema pobreza y más de cinco millones viven en condiciones de pobreza absoluta. El país tiene la tasa más alta de pobreza juvenil en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la tasa más alta de mortalidad infantil entre Estados comparables de este grupo.No es sorpresa que Alston calificó al país como la sociedad más desigual en el mundo desarrollado. Como tampoco lo es que a Estados Unidos ya no se le pueda denominar como una nación del “primer mundo”. Según un estudio del Massachussets Institute of Technology (MIT), para la mayoría de sus ciudadanos, aproximadamente 80 % de la población, Estados Unidos es una nación comparable al “tercer mundo”. Para llegar a esta conclusión los economistas aplicaron el modelo de Arthur Lewis, ganador de premio Nobel de economía (1979), diseñado para comprender qué factores y cómo clasificar a un país en vías de desarrollo. Según Peter Temin, coautor del estudio, Estados Unidos cumple con este modelo: es una economía dual (brecha incomparable entre una pequeña parte de la población y la gran mayoría) en la que el sector de bajos salarios tiene poca influencia sobre la política pública; un sector de altos ingresos mantiene los salarios bajos en el otro sector para proporcionar mano de obra barata; un control social que se usa para evitar que el sector de bajos salarios impugne las políticas que favorecen al sector de altos ingresos; altas tasas de encarcelamiento; políticas públicas de los sectores más ricos con el objetivo de reducir los impuestos para dicho grupo; y una sociedad donde la movilidad social y económica es baja. Especialmente cuando uno de los argumentos principales para justificar las agresiones son el supuesto ‘bienestar’ y derechos humanos de los ciudadanos. Nuevamente los norteamericanos deberían ver primero la ‘viga en su propio ojo’. Según un análisis trianual del Commonwealth Fund (2017), los Estados Unidos, por sexta ocasión consecutiva, se posesionan como el peor sistema de salud entre 11 naciones desarrolladas. Cuentan con el sistema de atención médica más caro del planeta, con un gasto anual de tres billones dólares, que ha resultado en uno de los países con mayor disparidad en accesos a saludo, basada en ingresos. Mientras que la expectativa de vida en Estados Unidos disminuyó por tercer año consecutivo, situándose en 78.1 años. Un decrecimiento porcentual comparable al periodo de 1915 y 1918, en el que dicho país enfrentó una Guerra Mundial y la pandemia de influenza global. En comparación, Cuba, que forma parte de la ‘Troika de la Tiranía, según John Bolton (Consejero de Seguridad Nacional) tiene un expectativa de vida de 79,74 años al 2018. Y en educación ni que hablar. Desde 1990 al 2016, Estados Unidos cayó del sexto lugar al vigésimo séptimo, situándose como uno de los peores sistemas educativos del mundo ‘desarrollado’. Con un gasto público que se redujo, entre 2010 y 2014 en 3 %, mientras que economías desarrolladas la inversión crecía por sobre el 25 %. Un bienestar de vida deteriorado, un sistema de salud caro e inequitativo y una educación que no se compara con otras naciones desarrolladas. Si esto no es suficiente para que el gobierno norteamericano y el resto del Occidente decidan intervenir, entonces las constantes violaciones a los derechos humanos deben ser un causal para movilizar tropas a la frontera e iniciar bloqueos económicos. Los Estados Unidos sistemáticamente han dirigido o influenciado intervenciones en América Latina y el resto de sur global. Las operaciones cubiertas, las guerras étnicas y las invasiones militares más recientes son una prueba dela ‘licencia para matar’ que se ha auto-concedido a este país. Cárceles en donde se violan derechos humanos como Guantánamo y Abu Ghraib son solo ejemplos de esta realidad. Y figuras como Gina Haspel, quien estuvo directamente involucrada en el programa de tortura del gobierno estadounidense, ha subido a posiciones de poder mundial como directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero su transgresión más clara es la separación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, órgano internacional encargado en velar que dichas violaciones no sucedan. Una decisión que vino días después de que el Alto Comisionado para los Derechos Humanos denunciara la práctica de la administración actual de separar forzosamente a niños migrantes de sus padres y encarcelarlos, en lo que solo pueden llamarse campos de concentración modernos. A nivel interno se ha reducido la responsabilidad de la policíasobre el uso de fuerza excesiva, especialmente en comunidades negras y latinas. La matanza sistemática de hombres negros en Estados Unidos por esta fuerza del orden, según un estudio de la Universidad de Boston, refleja un racismo estructural subyacente en la sociedad norteamericana; que también se ve reflejado en un sistema de justiciaparcializado en contra de las comunidades negras. “Si la policía patrullara las áreas blancas como lo hacen en los barrios negros pobres, habría una revolución”, comenta Paul Butler, autor de ‘Chokehold: Policing Black men’, que relata lo que significa ser un hombre negro en Estados Unidos. Estas violaciones de derechos humanos son la realidad diaria para minorías étnicas y grupos históricamente discriminados. Lo cual está acompañado del fortalecimiento de agrupaciones con tendencia fascista, que cuentan con el apoyo directo e indirecto del gobierno central y local en varios estados. Un preocupante escenario para millones de ciudadanos negros, latinos y de otras etnias. Sin embargo, la falsa ‘preocupación’ por Venezuela, Libia, Siria, Irak, Yemen, Afganistán, y Ucrania, solo en estas últimas dos décadas, ha guiado invasiones y agresiones en nombre del bienestar y los derechos humanos. Acciones que a su vez llevan escondido intereses ulteriores basados en un indicador en los que Estados Unidos, sí es número uno: el gasto militar. Al 2019, este país cuenta con un presupuesto militar sobre los 680.000 millones de dólares, es decir más que los presupuestos sumados de las siete naciones que le siguen en la lista: China, Rusia, Arabia Saudí, India, Francia, Reino Unido y Japón. Ni siquieraen libertad económica (12 en el mundo) son líderes o crecimiento del PIB (147 de 224 países); lo cual refleja una realidad. Estados Unidos es un imperio militar, su economía se basa en la guerra y ninguna acción realizada en nombre de la ‘ayuda humanitaria’ tiene coherencia cuando el interés de su gobierno es promover el caos para su beneficio. Ante esta situación lo que el mundo está viviendo es la ‘patada de ahogado’ de una superpotencia en declive. Es por ello que con tanto esmero trata de aferrarse del último bastión de influencia que sigue siendo América Latina, ergo su fijación con Venezuela y otras naciones de la región. Ya que si de ayuda real se tratara, es hora que Estados Unidos seriamente analice intervenir,con la misma intensidad, en su propio país.

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La ‘ayuda humanitaria’ y la lucha por la ‘democracia’, artimañas de EE.UU. para justificar una intervención. Bajo el amparo de la ‘ayuda humanitaria’ y la lucha por la ‘democracia’, EE.UU. ha justificado decenas de intervenciones militares y políticas en el mundo durante el siglo XX y XXI. En su más reciente campaña se han centrado en Venezuela, como parte de una estrategia para menoscabar a gobiernos progresistas de la región. Con una coordinada manipulación mediática, bloqueo económico y presión diplomática se ha tendido la ofensiva imperialista sobre la nación latinoamericana desde hace más de una década. Han tachado al gobierno venezolano como una ‘dictadura’, presentándolo como un ‘Estado fallido’ sumido en caos social, con altas tasas de pobreza, desnutrición, e inseguridad; argumentando que la causa es el modelo progresista y no factores exógenos como el bloqueo o desacreditación internacional. Para Estados Unidos, y gran parte de Occidente, estos son causales suficientes para justificaruna intervención política y diplomática, que incluso debería ser militar. Entonces si estos son detonantes para intervenir es momento que Estados Unidos, en defensa de los derechos humanos y la democracia, tome la iniciativa de invadir a su propio país. La situación norteamericanaes altamente preocupante y clasifica a la nación para ser un apto receptor de ‘ayuda humanitaria’ made in USA. Según un informe de Philip Alston, relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre la pobreza extrema y los derechos humanos se reveló que al 2018, 40 millones de personas en Estados Unidos viven en pobreza, 18.5 millones viven en extrema pobreza y más de cinco millones viven en condiciones de pobreza absoluta. El país tiene la tasa más alta de pobreza juvenil en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la tasa más alta de mortalidad infantil entre Estados comparables de este grupo.No es sorpresa que Alston calificó al país como la sociedad más desigual en el mundo desarrollado. Como tampoco lo es que a Estados Unidos ya no se le pueda denominar como una nación del “primer mundo”. Según un estudio del Massachussets Institute of Technology (MIT), para la mayoría de sus ciudadanos, aproximadamente 80 % de la población, Estados Unidos es una nación comparable al “tercer mundo”. Para llegar a esta conclusión los economistas aplicaron el modelo de Arthur Lewis, ganador de premio Nobel de economía (1979), diseñado para comprender qué factores y cómo clasificar a un país en vías de desarrollo. Según Peter Temin, coautor del estudio, Estados Unidos cumple con este modelo: es una economía dual (brecha incomparable entre una pequeña parte de la población y la gran mayoría) en la que el sector de bajos salarios tiene poca influencia sobre la política pública; un sector de altos ingresos mantiene los salarios bajos en el otro sector para proporcionar mano de obra barata; un control social que se usa para evitar que el sector de bajos salarios impugne las políticas que favorecen al sector de altos ingresos; altas tasas de encarcelamiento; políticas públicas de los sectores más ricos con el objetivo de reducir los impuestos para dicho grupo; y una sociedad donde la movilidad social y económica es baja. Especialmente cuando uno de los argumentos principales para justificar las agresiones son el supuesto ‘bienestar’ y derechos humanos de los ciudadanos. Nuevamente los norteamericanos deberían ver primero la ‘viga en su propio ojo’. Según un análisis trianual del Commonwealth Fund (2017), los Estados Unidos, por sexta ocasión consecutiva, se posesionan como el peor sistema de salud entre 11 naciones desarrolladas. Cuentan con el sistema de atención médica más caro del planeta, con un gasto anual de tres billones dólares, que ha resultado en uno de los países con mayor disparidad en accesos a saludo, basada en ingresos. Mientras que la expectativa de vida en Estados Unidos disminuyó por tercer año consecutivo, situándose en 78.1 años. Un decrecimiento porcentual comparable al periodo de 1915 y 1918, en el que dicho país enfrentó una Guerra Mundial y la pandemia de influenza global. En comparación, Cuba, que forma parte de la ‘Troika de la Tiranía, según John Bolton (Consejero de Seguridad Nacional) tiene un expectativa de vida de 79,74 años al 2018. Y en educación ni que hablar. Desde 1990 al 2016, Estados Unidos cayó del sexto lugar al vigésimo séptimo, situándose como uno de los peores sistemas educativos del mundo ‘desarrollado’. Con un gasto público que se redujo, entre 2010 y 2014 en 3 %, mientras que economías desarrolladas la inversión crecía por sobre el 25 %. Un bienestar de vida deteriorado, un sistema de salud caro e inequitativo y una educación que no se compara con otras naciones desarrolladas. Si esto no es suficiente para que el gobierno norteamericano y el resto del Occidente decidan intervenir, entonces las constantes violaciones a los derechos humanos deben ser un causal para movilizar tropas a la frontera e iniciar bloqueos económicos. Los Estados Unidos sistemáticamente han dirigido o influenciado intervenciones en América Latina y el resto de sur global. Las operaciones cubiertas, las guerras étnicas y las invasiones militares más recientes son una prueba dela ‘licencia para matar’ que se ha auto-concedido a este país. Cárceles en donde se violan derechos humanos como Guantánamo y Abu Ghraib son solo ejemplos de esta realidad. Y figuras como Gina Haspel, quien estuvo directamente involucrada en el programa de tortura del gobierno estadounidense, ha subido a posiciones de poder mundial como directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero su transgresión más clara es la separación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, órgano internacional encargado en velar que dichas violaciones no sucedan. Una decisión que vino días después de que el Alto Comisionado para los Derechos Humanos denunciara la práctica de la administración actual de separar forzosamente a niños migrantes de sus padres y encarcelarlos, en lo que solo pueden llamarse campos de concentración modernos. A nivel interno se ha reducido la responsabilidad de la policíasobre el uso de fuerza excesiva, especialmente en comunidades negras y latinas. La matanza sistemática de hombres negros en Estados Unidos por esta fuerza del orden, según un estudio de la Universidad de Boston, refleja un racismo estructural subyacente en la sociedad norteamericana; que también se ve reflejado en un sistema de justiciaparcializado en contra de las comunidades negras. “Si la policía patrullara las áreas blancas como lo hacen en los barrios negros pobres, habría una revolución”, comenta Paul Butler, autor de ‘Chokehold: Policing Black men’, que relata lo que significa ser un hombre negro en Estados Unidos. Estas violaciones de derechos humanos son la realidad diaria para minorías étnicas y grupos históricamente discriminados. Lo cual está acompañado del fortalecimiento de agrupaciones con tendencia fascista, que cuentan con el apoyo directo e indirecto del gobierno central y local en varios estados. Un preocupante escenario para millones de ciudadanos negros, latinos y de otras etnias. Sin embargo, la falsa ‘preocupación’ por Venezuela, Libia, Siria, Irak, Yemen, Afganistán, y Ucrania, solo en estas últimas dos décadas, ha guiado invasiones y agresiones en nombre del bienestar y los derechos humanos. Acciones que a su vez llevan escondido intereses ulteriores basados en un indicador en los que Estados Unidos, sí es número uno: el gasto militar. Al 2019, este país cuenta con un presupuesto militar sobre los 680.000 millones de dólares, es decir más que los presupuestos sumados de las siete naciones que le siguen en la lista: China, Rusia, Arabia Saudí, India, Francia, Reino Unido y Japón. Ni siquieraen libertad económica (12 en el mundo) son líderes o crecimiento del PIB (147 de 224 países); lo cual refleja una realidad. Estados Unidos es un imperio militar, su economía se basa en la guerra y ninguna acción realizada en nombre de la ‘ayuda humanitaria’ tiene coherencia cuando el interés de su gobierno es promover el caos para su beneficio. Ante esta situación lo que el mundo está viviendo es la ‘patada de ahogado’ de una superpotencia en declive. Es por ello que con tanto esmero trata de aferrarse del último bastión de influencia que sigue siendo América Latina, ergo su fijación con Venezuela y otras naciones de la región. Ya que si de ayuda real se tratara, es hora que Estados Unidos seriamente analice intervenir,con la misma intensidad, en su propio país.

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La ‘ayuda humanitaria’ y la lucha por la ‘democracia’, artimañas de EE.UU. para justificar una intervención. Bajo el amparo de la ‘ayuda humanitaria’ y la lucha por la ‘democracia’, EE.UU. ha justificado decenas de intervenciones militares y políticas en el mundo durante el siglo XX y XXI. En su más reciente campaña se han centrado en Venezuela, como parte de una estrategia para menoscabar a gobiernos progresistas de la región. Con una coordinada manipulación mediática, bloqueo económico y presión diplomática se ha tendido la ofensiva imperialista sobre la nación latinoamericana desde hace más de una década. Han tachado al gobierno venezolano como una ‘dictadura’, presentándolo como un ‘Estado fallido’ sumido en caos social, con altas tasas de pobreza, desnutrición, e inseguridad; argumentando que la causa es el modelo progresista y no factores exógenos como el bloqueo o desacreditación internacional. Para Estados Unidos, y gran parte de Occidente, estos son causales suficientes para justificaruna intervención política y diplomática, que incluso debería ser militar. Entonces si estos son detonantes para intervenir es momento que Estados Unidos, en defensa de los derechos humanos y la democracia, tome la iniciativa de invadir a su propio país. La situación norteamericanaes altamente preocupante y clasifica a la nación para ser un apto receptor de ‘ayuda humanitaria’ made in USA. Según un informe de Philip Alston, relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre la pobreza extrema y los derechos humanos se reveló que al 2018, 40 millones de personas en Estados Unidos viven en pobreza, 18.5 millones viven en extrema pobreza y más de cinco millones viven en condiciones de pobreza absoluta. El país tiene la tasa más alta de pobreza juvenil en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la tasa más alta de mortalidad infantil entre Estados comparables de este grupo.No es sorpresa que Alston calificó al país como la sociedad más desigual en el mundo desarrollado. Como tampoco lo es que a Estados Unidos ya no se le pueda denominar como una nación del “primer mundo”. Según un estudio del Massachussets Institute of Technology (MIT), para la mayoría de sus ciudadanos, aproximadamente 80 % de la población, Estados Unidos es una nación comparable al “tercer mundo”. Para llegar a esta conclusión los economistas aplicaron el modelo de Arthur Lewis, ganador de premio Nobel de economía (1979), diseñado para comprender qué factores y cómo clasificar a un país en vías de desarrollo. Según Peter Temin, coautor del estudio, Estados Unidos cumple con este modelo: es una economía dual (brecha incomparable entre una pequeña parte de la población y la gran mayoría) en la que el sector de bajos salarios tiene poca influencia sobre la política pública; un sector de altos ingresos mantiene los salarios bajos en el otro sector para proporcionar mano de obra barata; un control social que se usa para evitar que el sector de bajos salarios impugne las políticas que favorecen al sector de altos ingresos; altas tasas de encarcelamiento; políticas públicas de los sectores más ricos con el objetivo de reducir los impuestos para dicho grupo; y una sociedad donde la movilidad social y económica es baja. Especialmente cuando uno de los argumentos principales para justificar las agresiones son el supuesto ‘bienestar’ y derechos humanos de los ciudadanos. Nuevamente los norteamericanos deberían ver primero la ‘viga en su propio ojo’. Según un análisis trianual del Commonwealth Fund (2017), los Estados Unidos, por sexta ocasión consecutiva, se posesionan como el peor sistema de salud entre 11 naciones desarrolladas. Cuentan con el sistema de atención médica más caro del planeta, con un gasto anual de tres billones dólares, que ha resultado en uno de los países con mayor disparidad en accesos a saludo, basada en ingresos. Mientras que la expectativa de vida en Estados Unidos disminuyó por tercer año consecutivo, situándose en 78.1 años. Un decrecimiento porcentual comparable al periodo de 1915 y 1918, en el que dicho país enfrentó una Guerra Mundial y la pandemia de influenza global. En comparación, Cuba, que forma parte de la ‘Troika de la Tiranía, según John Bolton (Consejero de Seguridad Nacional) tiene un expectativa de vida de 79,74 años al 2018. Y en educación ni que hablar. Desde 1990 al 2016, Estados Unidos cayó del sexto lugar al vigésimo séptimo, situándose como uno de los peores sistemas educativos del mundo ‘desarrollado’. Con un gasto público que se redujo, entre 2010 y 2014 en 3 %, mientras que economías desarrolladas la inversión crecía por sobre el 25 %. Un bienestar de vida deteriorado, un sistema de salud caro e inequitativo y una educación que no se compara con otras naciones desarrolladas. Si esto no es suficiente para que el gobierno norteamericano y el resto del Occidente decidan intervenir, entonces las constantes violaciones a los derechos humanos deben ser un causal para movilizar tropas a la frontera e iniciar bloqueos económicos. Los Estados Unidos sistemáticamente han dirigido o influenciado intervenciones en América Latina y el resto de sur global. Las operaciones cubiertas, las guerras étnicas y las invasiones militares más recientes son una prueba dela ‘licencia para matar’ que se ha auto-concedido a este país. Cárceles en donde se violan derechos humanos como Guantánamo y Abu Ghraib son solo ejemplos de esta realidad. Y figuras como Gina Haspel, quien estuvo directamente involucrada en el programa de tortura del gobierno estadounidense, ha subido a posiciones de poder mundial como directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero su transgresión más clara es la separación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, órgano internacional encargado en velar que dichas violaciones no sucedan. Una decisión que vino días después de que el Alto Comisionado para los Derechos Humanos denunciara la práctica de la administración actual de separar forzosamente a niños migrantes de sus padres y encarcelarlos, en lo que solo pueden llamarse campos de concentración modernos. A nivel interno se ha reducido la responsabilidad de la policíasobre el uso de fuerza excesiva, especialmente en comunidades negras y latinas. La matanza sistemática de hombres negros en Estados Unidos por esta fuerza del orden, según un estudio de la Universidad de Boston, refleja un racismo estructural subyacente en la sociedad norteamericana; que también se ve reflejado en un sistema de justiciaparcializado en contra de las comunidades negras. “Si la policía patrullara las áreas blancas como lo hacen en los barrios negros pobres, habría una revolución”, comenta Paul Butler, autor de ‘Chokehold: Policing Black men’, que relata lo que significa ser un hombre negro en Estados Unidos. Estas violaciones de derechos humanos son la realidad diaria para minorías étnicas y grupos históricamente discriminados. Lo cual está acompañado del fortalecimiento de agrupaciones con tendencia fascista, que cuentan con el apoyo directo e indirecto del gobierno central y local en varios estados. Un preocupante escenario para millones de ciudadanos negros, latinos y de otras etnias. Sin embargo, la falsa ‘preocupación’ por Venezuela, Libia, Siria, Irak, Yemen, Afganistán, y Ucrania, solo en estas últimas dos décadas, ha guiado invasiones y agresiones en nombre del bienestar y los derechos humanos. Acciones que a su vez llevan escondido intereses ulteriores basados en un indicador en los que Estados Unidos, sí es número uno: el gasto militar. Al 2019, este país cuenta con un presupuesto militar sobre los 680.000 millones de dólares, es decir más que los presupuestos sumados de las siete naciones que le siguen en la lista: China, Rusia, Arabia Saudí, India, Francia, Reino Unido y Japón. Ni siquieraen libertad económica (12 en el mundo) son líderes o crecimiento del PIB (147 de 224 países); lo cual refleja una realidad. Estados Unidos es un imperio militar, su economía se basa en la guerra y ninguna acción realizada en nombre de la ‘ayuda humanitaria’ tiene coherencia cuando el interés de su gobierno es promover el caos para su beneficio. Ante esta situación lo que el mundo está viviendo es la ‘patada de ahogado’ de una superpotencia en declive. Es por ello que con tanto esmero trata de aferrarse del último bastión de influencia que sigue siendo América Latina, ergo su fijación con Venezuela y otras naciones de la región. Ya que si de ayuda real se tratara, es hora que Estados Unidos seriamente analice intervenir,con la misma intensidad, en su propio país.

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Después de la II Guerra Mundial cuando EE.UU. se presentó como superpotencia en el mundo, se atribuyó el financiamiento de grupos opositores en diferentes países y sus planes de derrocar a los gobiernos opuestos a sus políticas. En el siguiente artículo pretendemos analizar las tácticas de EEUU en este sentido, además de estudiar el rol de las embajadas de ese país para promover sus políticas injerencistas. EEUU y su lema de defender la democracia El hecho de que EEUU, por un lado, con sus planes, está destruyendo la democracia en el mundo y por el otro, pretende defenderla, ha sido una realidad amarga en la historia contemporánea. En este sentido, el Premio Nobel de Literatura en 2005, Harold Pinter, afirma: “EEUU ha manipulado de forma inteligente las ecuaciones internacionales del poder y al mismo tiempo aparenta que se esfuerza por mejorar el mundo. Esto significa una exitosa e inteligente hipnosis al mundo, aunque es hostil, insultante y cruel”. Washington, con estas estrategias que ha adoptado en otros países que mencionaremos a continuación, ha demostrado que apoya solo a la democracia que le conviene y de lo contrario recurre a todo lo posible para obstruirla. En este contexto, hay que decir que EEUU en sus planes intervencionistas en otros países siempre aboga por evitar una confrontación directa y normalmente recurre a guerras subsidiarias, al apoyo a las fuerzas opositoras, a golpes de estado, entre otras medidas. Cuando estas opciones no tienen resultado alguno, el país será el blanco de la operación militar directa de la Casa Blanca. Prueba de esto, es cuando EEUU fracasó en llevar a cabo un golpe de Estado contra el dictador iraquí, Saddam Husein, en 1996, y el régimen iraquí se percató del plan. Washington no tuvo otra opción que lanzar un ataque directo al país árabe. Métodos para derrocar a gobiernos EEUU desde 1953 hasta hoy, ha adoptado una serie de medidas para derrocar a aquellos gobiernos que se le oponen: Crear y apoyar a las fuerzas opositoras En la primera fase de sus medidas, recurre a prestar apoyos financieros a los partidos opositores, asociaciones estudiantiles y a los medios opositores para lanzar campañas antigubernamentales. Por ejemplo, para impedir la llegada a la presidencia de Salvador Allende en Chile, en la década de 60, recurrió a esta misma medida. Fracasaron en las elecciones de 1958 y el gobierno de John Fitzgerald Kennedy envió un equipo formado por 100 agentes de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, y de la Secretaría de Estado al país suramericano para cambiar el resultado de las elecciones de 1964. Dado que Allende era socialista y que podría alinearse a la Unión Soviética, el equipo estadounidense, lanzó la Campaña “Terror Rojo” que contemplaba imágenes de disparos al pueblo en la Unión Soviética, entre otros programas para atemorizantes. Es así, que Eduardo Feri ganó las elecciones de 1964 contando incluso con los votos de las mujeres. El caso más reciente ha sido, el apoyo directo de EEUU a la oposición venezolana mediante la campaña de guerra económica contra el gobierno. Washington que considera al chavismo en Venezuela como una amenaza para sus intereses en la región, decidió apoyar a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) liderada por Henrique Capriles Radonski para acabar con la gobernación de los socialistas en ese país. En las elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre en Venezuela, los resultados respaldaron, tras 17 años, la dominación de la oposición a la Asamblea Nacional. Violentas protestas antigubernamentales Esta medida es algo que siempre ha utilizado Washington, pero en la última década constituye una parte primordial de los planes para derrocar a los gobiernos que se le oponen. También se encuentra en el marco de la primera fase, es decir, apoyar a las fuerzas opositoras. Comienza facilitando dinero para que organicen protestas antigubernamentales violentas para así presionar el impulso de reformas que beneficien los intereses de la oposición que representa a EEUU. Prueba de esto fueron las protestas antigubernamentales en Ucrania apoyadas y financiadas por EEUU. Después de varios meses de protestas y enormes presiones al gobierno, lograron derrocar a Viktor Yanukovych. A esto se suman las protestas en Tailandia que provocaron la caída del gobierno de Yingluck Shinawatra, así como las protestas en Ecuador, Brasil, Uruguay, Guatemala, entre otros. No obstante a esta estrategia, no siempre se obtienen los resultados esperados. En este caso, se puede mencionar las protestas postelectorales de 2011 en Irán, cuando una parte de la ciudadanía llenó las calles de la capital, Teherán, y de otras provincias del país bajo el pretexto de fraude electoral, aun contando con el apoyo de EEUU no tuvo resultado alguno. A esto se puede añadir, las protestas en Venezuela, Bolivia, Hong Kong de China, entre otros. En este sentido, el doble agente de la CIA en Cuba y Venezuela, Raúl Capote, últimamente puso de relieve el proyecto a largo plazo de EEUU para formar movimientos estudiantiles ultraderechistas en Venezuela. Sus efectos se notaron en las protestas antigubernamentales de los estudiantes venezolanos en Caracas, la capital venezolana. Golpe de Estado En esta fase, el rol de la agregaduría militar de las embajadas de EEUU es primordial. De hecho, los militares estadounidenses con sus colaboraciones y los lazos que mantienen con militares de alto rango de otros países, eligen a los posibles líderes de golpe. Esta estrategia, durante el mandato del actual presidente estadounidense, Barack Obama, se ha incrementado aún más con la presencia de las fuerzas especiales de EEUU en 134 países del mundo. Normalmente, los líderes elegidos para promover el golpe son entrenados por la CIA y mientras reciben entrenamiento, las autoridades estadounidenses impulsan sus planes de lanzar protestas antigubernamentales y violentas en sus países, de tal manera que los gobiernos se vean obligados a declarar toque de queda y ahí es donde se puede dar el golpe final. Este plan que se ejecutó en 2002 contra el gobierno del expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, cuando los militares venezolanos con el apoyo de los marines estadounidenses dieron el golpe aunque sin éxito. Sin embargo, no se debe olvidar el rol de los medios de comunicación occidentales en allanar el camino a las políticas imperialistas de EEUU. Cuando Washington quiere poner en marcha un proyecto, incrementa los esfuerzos en convencer a la opinión pública mundial. Ejemplo de esto es la actividad de los medios, produciendo propagandas basadas en que el régimen de Saddam Husein disponía de armas de destrucción masiva, o la necesidad de luchar contra el terrorismo que amenaza el mundo.

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Hay que dejar de usar los servicios de Internet de Estados Unidos. Y crear cuentas en sus servicios como Google, para que ocupen espacio en los servidores informaticos y se arruinen 15 Gb por cuenta, creas 1000 cuentas =15Tb de almacenamiento sin usar en los servidores de Google. (Es un ejemplo). Eso produce gasto y les cuesta dinero! Tambien no hay que comprar nada que provenga de Estados Unidos, ni coches, ropa, peliculas. Hay que descargarlas de Internet y ademas te ahorras 17€ por película, y la musica descargarla de YouTube de Google, con complementos para dicha accion! A colaborar con Rusia y especialmente con China! Comprandoles productos como Huawei, que tiene la mejor calidad en redes de fibra optica, aparatos de telecomunicaciones, soluciones en la nube (BigData) e Inteligencia artificial, tambien es el rey indiscutible de las computadoras portatiles que tienen la mejor calidad que existe y los smartphones que son increibles, por la calidad que tienen, y todo por la mitad de precio que la asquerosa empresa "Manzanorra podrida" que solo la compran los ingenuos e idiotas que buscan ser "fashion" por tener un telefono con el logotipo de una manzana mordida pero que tiene la mitad de tecnologia que Huawei, pero que vale el doble de precio. Porque creeis que Estados Unidos esta que trina de rabia contra Huawei? Porque le gana cuota de uso en su territorio (USA) y este gobierno corrupto y asesino, amante de la guerra, no puede permitir que les superen tecnologicamente y mas China, con lo racistas que son los americanos! Y un dato interesante, es que Estados Unidos fue la responsable de la fundacion de el grupo terrorista Al Qaeda, puesto que formo militarmente a Bin Laden, para luchar contra los Sovieticos cuando estos invadieron Afganistan en la decada de los 80s invirtiendo mas de 1000 millones de dolares al año, para este proposito! Por no hablar de las operaciones (BlackOps) operaciones clandestinas ilegales que hacen por todo el planeta e incluyen asesinatos, secuestros, torturas, trafico de drogas, blanqueo de dinero y un monton mas. -Revelado por Wikileaks y Edward Snowden, ex analista de la CIA. Asi que nada de Estados Unidos y su politica capitalista, que arrastra al mundo a la crisis global, a la guerra internacional, al espionaje gubernamental internacional como el escandalo (PRISM) etc...

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que se joda estados unidos, que lo derroque china y que domine el comunismo global, hay que acabar con estados unidos y sus empresas y capitalismo.

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