"Si lloras porque se ha puesto el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas"... "ver siempre el vaso medio lleno, en lugar de medio vacío" ...etc ... la esperanza es una actitud hermosa en el plano puramente humano, nos puede aportar buenos consejos para tiempos de crisis, recetas para "ir tirando" pero ... ¿ hacia dónde ?.
En esta homilia San Josemaría Escrivá nos recuerda lo que esperamos los Hijos de Dios, nada menos que el Cielo. Al terminar de leerla es posible que uno/a descubra que de nuevo estaba empequeñeciendo su existencia, respire hondo y , de nuevo, vuelva a mirar lejos.
Unas pocas citas del texto para entrar en materia :
" Dame, hijo mío, tu corazón, nos sugiere al oído. Déjate de construir castillos con la fantasía, decídete a abrir tu alma a Dios, pues exclusivamente en el Señor hallarás fundamento real para tu esperanza y para hacer el bien a los demás. Cuando no se lucha consigo mismo, cuando no se rechazan terminantemente los enemigos que están dentro de la ciudadela interior —el orgullo, la envidia, la concupiscencia de la carne y de los ojos, la autosuficiencia, la alocada avidez de libertinaje—, cuando no existe esa pelea interior, los más nobles ideales se agostan como la flor del heno, que al salir el sol ardiente, se seca la hierba, cae la flor, y se acaba su vistosa hermosura. Después, en el menor resquicio brotarán el desaliento y la tristeza, como una planta dañina e invasora."
"... me convenceré de que tus intenciones para alcanzar la meta son sinceras, si te veo marchar con determinación. Obra el bien, revisando tus actitudes ordinarias ante la ocupación de cada instante; practica la justicia, precisamente en los ámbitos que frecuentas, aunque te dobles por la fatiga; fomenta la felicidad de los que te rodean, sirviendo a los otros con alegría en el lugar de tu trabajo, con esfuerzo para acabarlo con la mayor perfección posible, con tu comprensión, con tu sonrisa, con tu actitud cristiana. Y todo, por Dios, con el pensamiento en su gloria, con la mirada alta, anhelando la Patria definitiva, que sólo ese fin merece la pena."
"Compréndelo: si, al clavar un clavo en la pared, no encontrases resistencia, ¿qué podrías colgar allí? Si no nos robustecemos, con el auxilio divino, por medio del sacrificio, no alcanzaremos la condición de instrumentos del Señor. En cambio, si nos decidimos a aprovechar con alegría las contrariedades, por amor de Dios, no nos costará ante lo difícil y lo desagradable, ante lo duro y lo incómodo, exclamar con los Apóstoles Santiago y Juan: ¡podemos!."
"Por eso, no esperes en El sólo cuando tropieces con tu debilidad; dirígete a tu Padre del Cielo en las circunstancias favorables y en las adversas, acogiéndote a su misericordiosa protección. Y la certeza de nuestra nulidad personal —no se requiere una gran humildad para reconocer esta realidad: somos una auténtica multitud de ceros— se trocará en una fortaleza irresistible, porque a la izquierda de nuestro yo estará Cristo, y ¡qué cifra inconmensurable resulta!: el Señor es mi fortaleza y mi refugio, ¿a quién temeré?."
"¡Qué maravilloso será cuando Nuestro Padre nos diga: siervo bueno y fiel, porque has sido fiel en las cosas pequeñas, yo te confiaré las grandes: entra en el gozo de tu Señor! ¡Esperanzados! Ese es el prodigio del alma contemplativa. Vivimos de Fe, y de Esperanza, y de Amor; y la Esperanza nos vuelve poderosos."
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