Extracto del programa de Sexto Continente del 20-07-2105, en el que Mons. Munilla respondía a los errores vertidos por Pablo D'Ors en el artículo "¿Habrá alguien en la Iglesia que se atreva?", publicado por este autor el 26-06-2015 en la revista Vida Nueva.
Se da la circunstancia de que en la edición de El País del día 16 de febrero de 2017, se afirmaba que Mons. Munilla había calificado de hereje a Pablo D'Ors: (http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/13/actualidad/1487009276_418090.html). Como puede comprobarse por el audio de Sexto Continente que aquí reproducimos, es una afirmación falsa; si bien es cierto que Mons. Munilla realizó un seria crítica ante un artículo cuyo contenido es contradictorio con la fe de la Iglesia.
Por otra parte, el 24-07-2015, el obispo auxiliar de Getafe (diócesis en la que está ubicada la editorial de la Revista Vida Nueva), contesto el citado artículo de Pablo D'Ors, con un carta titulada "Dios hecho pequeño", que transcribimos a continuación:
DIOS HECHO PEQUEÑO
JOSÉ RICO PAVÉS, obispo auxiliar de Getafe
Siendo seminarista visité en cierta ocasión la Capilla Real de Granada junto a un compañero del seminario. Mientras mirábamos algunas piezas del museo, una turista extranjera nos preguntó qué era aquello que señalaba. El objeto era un espejo de Isabel la Católica, convertido en custodia para exponer el Santísimo Sacramento. Con palabras sencillas intentamos explicarle que ahí se colocaba el Cuerpo del Señor. Después de escucharnos, dijo: “¡Qué Dios tan pequeño!”; se dio media vuelta y nos dejó.
Pasados los años, en muchas ocasiones he traído a la memoria esta vivencia. Unas veces para intentar ilustrar el misterio inefable de la salvación y la “locura inigualable” del amor de Dios por los hombres. No faltaba algo de verdad a aquella turista: el Hijo de Dios, que siendo rico se hizo pobre, llevó el amor hasta el extremo y nos dejó el memorial de su Pascua haciéndose pequeño en la Eucaristía.
Otras veces lo he recordado para agradecer a Dios el don inmerecido de la fe, por la cual puedo confesar lo que los ojos no ven. Sin fe, los sacramentos no se entienden, como bien se lee en los escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita: “Si una persona que no cree entrara en nuestras celebraciones y viera lo que hacemos, se reiría a carcajadas. Lo cual no nos debe sorprender, pues como dice el profeta Isaías: si no creéis, no entenderéis”.
Ahora he vuelto a recordar aquel episodio al leer con tristeza y preocupación el artículo de Pablo d’Ors, titulado ‘¿Habrá en la Iglesia alguien que se atreva?’. Tristeza, al encontrar en tan poco espacio un elenco tan abultado de errores doctrinales cuyas consecuencias son dramáticas para la vida cristiana. Preocupación, al advertir que quien firma el artículo es escritor y sacerdote, y, desde no hace mucho, consultor del Consejo Pontificio de la Cultura.
Sin ofrecer más prueba que su propia percepción, el autor afirma de forma apodíctica que “los sacramentos de la Iglesia ya no significan casi nada para la mayoría de quienes aún participan en ellos”; sostiene que “muchos de los comportamientos de sacerdotes y laicos durante la celebración eucarística son fundamentalmente mágicos, no religiosos”; y, como argumento, pregunta al lector si puede imaginar “a los apóstoles arrodillándose ante el pan o a Jesús recogiendo las miguitas del plato” (sic); culpa a la doctrina del ex opere operato de haber desvinculado del sujeto el signo, degenerándolo y cosificándolo; explica la Eucaristía a partir del pan como “símbolo de Dios”, cuyo significado es “partir y repartir el pan conscientemente”, de lo cual deduce que la reserva eucarística en el sagrario carece de sentido, y considera prueba de nuestra mentalidad mágica el pensar que Dios esté más en el sagrario que fuera de él.
Propone el autor “explicarlo todo como si nunca se hubiera explicado”, y presentar los sacramentos “como símbolos y ritos de valor universal, aptos para todos, cristianos o no”, mostrando el cristianismo “como religión y humanismo inclusivo, no excluyente ni exclusivo”. Pero, se pregunta al fin, ¿habrá alguien en la Iglesia que se atreva a aplicar esa solución?
Enorme pesar
Encontrar en tan pocas líneas tantos dislates produce un enorme pesar. ¿Conoce el autor lo que la Iglesia católica entiende por sacramento? ¿Ignora la diferencia con los ritos mágicos? ¿Sabe que el carácter sagrado de los sacramentos no estriba primariamente en el significado que nosotros les damos, sino en haber nacido de la voluntad salvífica de Cristo para comunicarnos su Vida? ¿Por qué no menciona ni una sola vez la palabra fe ni el verbo creer? ¿Piensa que los sacramentos se pueden entender sin fe? ¿Acaso desconoce la enseñanza de la Iglesia sobre la presencia permanente de Cristo en la Eucaristía, sobre la reserva eucarística y el culto debido a este Sacramento de Amor fuera de la Santa Misa?
¿Cómo es posible que, a punto de cumplirse 50 años de la encíclica Mysterium fidei (3.9.1965), se sigan hoy en día difundiendo las mismas propuestas deficientes a propósito de la Eucaristía y de los sacramentos, que ya fueron rechazadas por el papa Pablo VI? En los tiempos que corren, quizá sea este el único atrevimiento necesario: creer con la Iglesia, creer en el seno de la Iglesia.
Comentarios
Criticáis con énfasis a alguien que intenta acercar el cristianismo a los ateos. Así le va últimamente a la iglesia católica con pensamientos mayoritariamente como los vuestros... en diez años no irá a un templo ni el tato...
Gracias por su valentía, Monseñor Munilla. Por mi parte, escribiría un artículo en respuesta: "Hay en la Iglesia muchos que se atreven, se atrevieron, se han atrevido y se atreverán"... a explicar el misterio de la Eucaristía y la presencia real de Cristo en ella. Eso celebramos hoy precisamente, Jueves Santo. Lo atestiguan 21 siglos de potencia, salud, conversión, sostenimiento y por si fuera poco, milagros eucarísticos para acrecentar nuestra débil y cobarde fe. A propósito, ¡feliz día del sacerdote para usted y para todos los sacerdotes! ¿Qué le digo? Incluso para Pablo D'Ors que necesita reavivar su fe en el centro de la fe misma de la Iglesia.
Yo voy a misa a diario. Cuando es preciso, muy temprano. Y hay mucha gente. No me creo, ni aunque me lo juren, que toda esa gente no entiende lo que está pasando allí, o que crea que es magia. Más bien, todos los que estamos allí SABEMOS lo que está ocurriendo, y queremos estar junto a Nuestro Señor, porque le amamos, porque sin Él no somos nada. Lamento lo que debe estar pasando por el interior de D. Pablo para haber escrito semejante opinión, siendo sacerdote. Es duro pasar por esas situaciones. Pero es más duro arriesgarse a arrastrar a otros al error, cuando uno ha elegido libremente ser guía y cuenta con la ayuda del Señor. Oremos por él, pero no creamos lo que dice. Con Dios.
Mm
¡Ah, este lo vi ayer en el telediario! Consejero del Papa Francisco que ha escrito un libro sobre la meditación y el silencio. Pues que se lo lea él mismo y no diga tantas barbaridades. Que guarde silencio... Lo de siempre, Satanás que no descansa. ¡Menuda cara de loco que tiene el tío! Pues nada a seguir rezando para reconducir a toda esta gente.
Es una lástima tener que dar publicidad a este "tonto" (tonto es el que dice tonterías). Pero es necesario y nadie mejor que usted monseñor para contestarle. Pero por favor, no se afecte tanto. No se haga usted mayor antes de tiempo. Ánimo que es usted el que nos da la fuerza a much@s para permanecer esperando al que es bueno, bello y sobre todo, VERDADERO. Un fuerte abrazo desde Nerja.
Esto nos pasa por abandonar la doctrina del Aquinate por la "Nouvelle Theologie". Doctrina y liturgia deben volver a su forma tradicional. Falso ecumenismo, falsa eclesiología, neomodernismo... Ese es el problema de la Iglesia. Necesitamos un Pío XII.
Mención aparte de la evidente crisis «no entiendo nada» de Pablo d'Ors y los patentes errores que le siguen, creo que en la respuesta de nuestro querido Munilla falta mucha mucha caridad. Es evidente que este sacerdote, que no lo olvidemos ha entregado su vida por Cristo, está pasando por un grave momento. Si la falta de fe es dolorosa a todo hombre de buena voluntad, cuanto más a quien lo ha dejado todo por seguir al Cordero adonde quiera que vaya. El pecador y el errado son dignos de lástima y especial caridad, pues padecen graves formas de pobreza espiritual. Creo que la corrección teórica de estos errores, que son evidentes y manifiestos para quien tenga dos dedos de frente, nos escamotea el verdadero drama: la crisis de este sacerdote. Daríamos mucho mejor ejemplo cristiano y seguiríamos a nuestro sumo Maestro —y a su vicario— más que con una diatriba sobre la presencia real (para eso bastan dos minutos) practicando la caridad con este hermano nuestro, enfermo de corazón. Todo católico confiesa la presencia real de Cristo, quien no lo hace no tiene un problema de tipo teórico sino de corazón. Atentamente
He leído en Wikipedia, que el Papa Francisco, le ha nombrado no se qué... El Papa no se entera de lo que escribe este se?or cura?
Pienso que este escrito es motivo de escándalo. Pobre Se?or!! Y a usted Monseñor, le felicito por su valentía, de su gran respuesta.