Con la participación de Juan Ramón Rallo, Ron Manners, John Chrisholm, Diego Sánchez de la Cruz y John Müller.
Según Ron Manners, director de Mannwest Group (Australia), la mala reputación que sufre el comercio libre obedece a la acción de los grupos de interés particulares, que trabajan intensamente para conseguir sus propios fines. Para John Chisholm, CEO de John Chisholm Venture (Estados Unidos), la evidencia indica que puede estar iniciándose un proceso de desglobalización, al menos a corto plazo. Pese a ello, considera que el mundo volverá a descubrir los beneficios del comercio libre, entre otras cosas gracias a los avances tecnológicos. A corto plazo, el problema es que los beneficios del proteccionismo se pueden identificar claramente, mientras que los beneficios del comercio libre se distribuyen ampliamente y no se aprecian en un primer vistazo a corto con tanta sencillez. Domingo Soriano, periodista de Libertad Digital, considera que se va a intentar dar marcha atrás en el libre comercio. Sin embargo, piensa que la imagen de la globalización no es tan mala. También cree que los enemigos del comercio libre no van a tener tantas oportunidades para levantar barreras en su contra porque el cambio que estamos viviendo es mucho más rápido. Diego Sánchez de la Cruz, periodista económico, indicó que en las cuatro horas que duraría Free Market Road Show, 35.000 persona en todo el mundo saldrían de la pobreza gracias a esa globalización que vilipendian los defensores de los pobres. Él se considera optimista respecto al futuro del libre comercio porque en Estados Unidos existe un sistema institucional que se puede enfrentar a Donald Trump. A su juicio, va a ser difícil avanzar en la globalización, pero no se va a registrar un retroceso. La globalización, no obstante, tiene ganadores y perdedores. Para Manners hay perdedores, pero porque el cambio exige nuevas cualificaciones y por todo lo que se come el Estado con los impuestos. Chilsholm, por su parte, indica que hay algunos perdedores a corto plazo, pero que, a largo plazo, ganamos todos. En los últimos siglos, dijo, la gente perdió su trabajo en la agricultura, pero lo encontró en otros sectores. Además, las cadenas globales de valor permiten que los productos finales sean más baratos y puso como ejemplo el iPhone, que tendría un precio muchísimo más elevado si se produjese íntegramente en Estados Unidos. Soriano considera que el problema reside en la regulación del mercado de trabajo, porque la globalización no ha afectado tanto, aunque la gente siente que sí. Y para Sánchez, la globalización iguala el terreno de juego para todos e incorpora a miles de personas al mundo laboral. El problema reside en las rigideces en dicho mercado que se imponen las sociedades. Chilsholm añadió a todo lo anterior que no se puede culpar a la globalización del declive de esa clase empresarial que genera puestos de trabajo y riqueza, sino todo lo contrario. Cuanta más globalización hay, más oportunidades existen para las personas emprendedoras. Respecto a si es legítimo un proteccionismo defensivo, todos los miembros de la mesa se mostraron contrarios a esta idea. A continuación, intervino Carlos Rodríguez Braun, catedrático de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad Complutense de Madrid, quien indicó que el liberalismo no puede ser populista; lo que puede y debe ser es popular. En este sentido, es preciso fijarse en el sustrato de valores y principios de la gente, que puede ayudar al liberalismo a conectar con ella más de lo que se piensa, como pusieron de manifiesto, por ejemplo, las manifestaciones contra el impuesto de sucesiones en Oviedo y Sevilla. Por ello, existe la posibilidad de buscar un liberalismo popular, que conecte con las aspiraciones que son populares y legítimas.
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