Hechos de los apostoles capitulos 27 y 28
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Hechos 27:1-29 Continuando nuestro recorrido por el libro de los Hechos de los Apóstoles, llegamos hoy al capítulo 27. Y en este capítulo, tenemos a Pablo en su viaje a Roma, pasando por una tempestad y un naufragio. Ahora, creemos que éste podría llamarse "el Cuarto Viaje Misionero de Pablo". Pablo estuvo tan activo cuando viajó hacia Roma, como lo fue en sus otros viajes. Ejerció la misma libertad, hizo igual número de contactos y testificó con la misma fidelidad. Las cadenas no le estorbaron aunque todo este viaje lo hizo encadenado. Recordemos que en su segunda carta a Timoteo, capítulo 2, versículo 9, dijo: "por este evangelio soporto sufrimientos; incluso el estar encadenado como un criminal. ¡Pero la palabra de Dios no está encadenada!" Y en su carta a los Filipenses, capítulo 1, versículo 12, dijo que las cosas que le habían sucedido, habían ayudado más bien para el progreso del evangelio. Dios, pues, estaba presente en todas aquellas circunstancias. Este viaje sería un poco diferente a los anteriores y sus gastos correrían a cargo del gobierno romano, porque Pablo era su prisionero. Ésta era pues, la respuesta a la oración de Pablo, y a la oración que pidió que los romanos elevaran, para que él pudiera ir a Roma. Ahora, cuando Pablo apeló su caso al César, fue apartado de la jurisdicción de Festo el gobernador y del rey Agripa. Como dijo Agripa: "Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César". Pues bien, entonces ellos no podían hacer nada en cuanto a él. Tenían que enviarle a Roma. En este capítulo 27 de los Hechos tenemos el relato de ese viaje a Roma. Lo que tenemos aquí podría llamarse el "diario de navegación". Y este relato del capítulo 27 del libro de los Hechos, ha sido considerado como la mejor descripción que se tenga de un viaje por mar en el mundo antiguo. Se considera la mejor descripción que la historia registra hoy en día. El famoso arqueólogo británico Sir William Ramsey, hizo un estudio de la narración del doctor Lucas y la considera como una obra maestra y la descripción más exacta de este tipo de literatura que jamás haya sido escrita. De modo que, todo indica que hemos llegado a otro gran capítulo de la Biblia. Si usted ha estudiado "César" en latín quizá puede recordar el relato de la construcción de un puente. Ése siempre ha sido un pasaje que resalta en la memoria de todos los que han estudiado el latín, porque tiene tantas nuevas palabras latinas. Esto es porque dichas palabras son técnicas y tienen que ver con la construcción de un puente. En realidad, este capítulo de los Hechos corresponde a una situación similar que corresponde al idioma griego. Hay muchos términos técnicos que el doctor Lucas usó para describir este viaje, que tienen que ver con el mar y con la navegación. Vamos entonces a salir ahora con el apóstol Pablo. Vamos a hacer un viaje por mar hacia Roma. Tenemos el diario del viaje aquí en este capítulo 27. Y esperamos que usted esté disfrutando de estos viajes que estamos haciendo en este libro de los Hechos. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 27, que nos introduce a El próspero viaje de Pablo a Roma "Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta." Éste es el principio del viaje a Italia. Pablo junto con los demás presos fue entregado al cuidado de un centurión llamado Julio. Ahora, creemos que es cierto que Pablo era el único de los presos que era ciudadano romano. Los otros eran criminales que probablemente estaban siendo enviados a Roma para su ejecución. Muchos de ellos llegarían a ser gladiadores y servirían de comida para las fieras. En aquel entonces había un flujo continuo de seres humanos de todas partes del Imperio que suplía las necesidades de este centro del vicio público que era el coliseo en Roma. Estos presos, pues, eran hombres completamente desesperados. ¡Qué oportunidad tuvo Pablo para traer el evangelio de esperanza a esta clase de hombres! Usted recordará que el Señor Jesús mismo, dijo que uno de los motivos de Su venida era para poner en libertad a los oprimidos. Serían puestos en libertad espiritualmente, es decir, librados de sus pecados y de su culpa. Nos imaginamos que este centurión Julio era un pagano muy cortés, como veremos más tarde en la narración, en su trato con Pablo. Veamos ahora el versículo 2 de este capítulo 27 de los Hechos: "Nos embarcamos en una nave del puerto de Adramitio que iba a tocar los puertos de Asia, y zarpamos. Estaba con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica." Una ve más, quisiéramos decirle, estimado oyente, que le resultaría útil seguir este viaje misionero en un mapa. La mayoría de las Biblias tienen mapas al final. Ahora, fíjese usted que su rumbo entonces era paralelo a la costa de Israel. En otras palabras, no navegaron directamente hacia alta mar desde el punto de partida, para luego llegar a Roma. El barco siguió su ruta siguiendo de cerca la costa de Israel y dice el versículo 3: "Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuera a los amigos para ser atendido por ellos." Sidón es un lugar familiar para nosotros. Tiro y Sidón estaban en la costa de Fenicia, en lo que ahora es el país de Líbano. Ahora, veamos la libertad que se le dio al apóstol Pablo. Creemos que aquí tenemos a un oficial romano al cual Pablo alcanzó con el evangelio. Su trato para con Pablo fue atento y humano. Incluso un hombre como Pablo necesitaba del compañerismo y alivio de encontrarse con sus hermanos cristianos. Ninguno de nosotros está exento de esa necesidad. Necesitamos la comprensión y estímulo de los demás creyentes en momentos de soledad y en las circunstancias más extremas de nuestra vida. Leamos ahora los versículos 4 y 5 de este capítulo 27 de los Hechos: "Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos protegidos del viento por la isla de Chipre, porque teníamos al viento en contra. Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, llegamos a Mira, ciudad de Licia." Ya hemos viajado por esta ruta antes. Están ahora bordeando la costa de Asia Menor. Y dice el versículo 6 de este capítulo 27 de los Hechos de los Apóstoles: "Allí el centurión halló una nave alejandrina que zarpaba para Italia, y nos embarcó en ella." Mirando el mapa usted podrá ver a Mira, que era un lugar apropiado para pasar a una nueva etapa y fue allí donde cambiaron de nave. El centurión halló una nave de Alejandría, que había llegado de África del Norte e iba en dirección a Italia. Continuemos con los versículos 7 y 8: "Navegamos despacio muchos días, y habiendo llegado a duras penas frente a Gnido porque nos lo impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. Después de costearla con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea." Dirigieron su rumbo hacia la isla de Creta. Al parecer, todavía tenían dificultades en su navegación. Los vientos contrarios causaban grandes dificultades a las naves en aquellos tiempos. Vemos, pues, que ellos pasaron al lado sur de la isla y llegaron a Lasea que queda en la orilla sureña de Creta. Leamos ahora el versículo 9: "Como habíamos perdido mucho tiempo y era ya peligrosa la navegación por haber pasado ya el ayuno, Pablo los amonestaba" Ahora, esto significa que aquella temporada estaba bastante avanzada, y que se acercaba el invierno. Habían esperado llegar a Roma antes de la época de las tormentas las tempestades vinieran y los vientos empezaran a soplar. Es interesante notar aquí que Pablo asumió un ascendiente moral y cuando la navegación se puso peligrosa, Pablo les amonestó diciéndoles aquí en los versículos 10 y 11: "diciéndoles: Veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no solo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas. Pero el centurión daba más crédito al dueño y al capitán de la nave que a lo que Pablo decía." Bueno, era fácil en realidad comprender el modo de pensar del centurión. Después de todo, era de esperar que el capitán de la nave supiera mucho más que Pablo acerca de la navegación. Vemos aquí a Pablo pasando por una verdadera prueba. Hizo una sugerencia aquí, y más tarde descubrirían que debían haber seguido su consejo. Creemos que en este momento se reveló la superioridad espiritual de Pablo, la cual de paso, fue muy evidente en estos momentos. No había ninguna confusión en la vida de Pablo, ni ninguna incertidumbre, ni frustración. Tenía lo que llamaríamos una personalidad con aplomo. Pablo conocía el camino y sabía a dónde iba. Podemos observar estas cualidades en su conducta durante este viaje. Pablo vivió su vida como un hombre que estaba en contacto con Dios. Continuemos con el versículo 12 de este capítulo 27 de los Hechos: "Y como el puerto era incómodo para invernar, la mayoría acordó zarpar de allí e intentar llegar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí." Creta es una isla que queda cerca de la costa de Asia Menor y también cerca de la costa de Grecia. Es la isla más grande y tiene varios puertos buenos. Ahora, los eventos que siguieron confirmaron que Pablo tenía razón. Durante todo este viaje, el capitán, los soldados, y los marineros, dependían sólo de la especulación humana. Pablo en cambio, dependía de Dios. Veamos que dice aquí el versículo 13 de este capítulo 27 de los Hechos: "Y como comenzó a soplar una brisa del sur, les pareció que podían continuar el viaje. Entonces levaron anclas y fueron costeando Creta." Para los marinos, este viaje estaba basado en conjeturas. El piloto de la nave era un hombre que confiaba en sí mismo y en la sabiduría humana. Pablo, en cambio, como ya dijimos, acudió a Dios. Más tarde Pablo podría decir a estos hombres: "yo confío en Dios" como veremos en el versículo 25. La vida, estimado oyente, es como un gran mar y nuestras vidas, como unos botes pequeños, con los que podemos navegar según las suposiciones humanas, si así lo deseamos. Y así quedamos a expensas de cualquier vendaval o tempestad que se presente. La tragedia es que, en medio de la confusión, el caos mundial y la oscuridad, desafortunadamente, la mayoría conduce su bote simplemente guiándose por especulaciones. Hay miles de planes humanos y todos diferentes, para la construcción de un mundo mejor. Sin embargo, dondequiera que miremos vemos el fracaso. Hoy en día, lo que necesitamos, estimado oyente, son hombres que conozcan a Dios y bajo su inspiración reciban sabiduría para interpretar Su Voluntad en el curso de la historia. Veamos, pues, lo que ocurrió aquí en el versículo 14 de este capítulo 27 de los Hechos, que inicia el párrafo titulado La tempestad "Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón." Ahora, ¿Qué es el Euroclidón? El doctor Lucas utilizó aquí un término técnico de la navegación de aquel entonces. Tenía que ver con el aquilón, un viento procedente del norte, que en realidad soplaba allí generalmente desde el cuadrante nordeste. En otras palabras, esta tempestad provenía desde Europa. Ya era invierno, la estación de las tempestades. Éste era un viento huracanado que sopló sobre Pablo y todos aquellos que estaban con él en la nave. Sin darse cuenta, habían navegado directamente hacia el centro de la furiosa tempestad. Deseamos ahora, detenernos aquí por un momento, para destacar un detalle interesante. Recordemos que cuando Pablo estuvo en Éfeso, en una hora de triunfo para el evangelio, expresó un gran deseo de visitar a Roma. Éste era el gran anhelo de su corazón. Dijo en el capítulo 19 de los Hechos, versículo 21: "Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en su espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya. Decía él: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma". Pero, pareció como si una hora de tinieblas oscureciera el ánimo de Pablo en Jerusalén. Le pareció que ya nunca podría ver a Roma. En esa hora de abatimiento, desesperación y derrota, Dios se le presentó para tranquilizarle, como vimos en el capítulo 23 de los Hechos, versículo 11, donde leemos: "A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma". El Señor, pues, le había asegurado a Pablo que iría a Roma. Continuemos ahora leyendo los versículos 15 al 18 de este capítulo 27 de los Hechos: "La nave era arrastrada, y al no poder poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. Después de pasar por detrás de una pequeña isla llamada Clauda, donde el viento no soplaba con tanta fuerza, con dificultad pudimos izar el bote salvavidas. Una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para asegurar las amarras de la nave; y por temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a deshacerse de la carga" Allí estaban en el mar Mediterráneo siendo impulsados por el viento hacia el occidente desde la Isla de Creta. Parecía casi seguro que naufragarían en la isla de Clauda, una isla muy pequeña al sur de Creta. Pero tuvieron que dejar que el viento llevara la nave. Echaron al mar todo el cargamento para aligerar el peso de la nave, como dice aquí el versículo 19: "y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave." Quitaron de la nave todo lo que tenía algún peso. Y continúa el versículo 20, diciendo: "Al no aparecer ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos." El doctor Lucas dice que una tempestad no pequeña les acosó. Ya hemos visto en otras ocasiones cómo al doctor Lucas le gustaba hacer uso del diminutivo, como lo hizo aquí. Quería decir en realidad que verdaderamente era una gran tempestad, hasta tal punto que no creían poder salvarse de un naufragio. Y fue en medio de esta tempestad que la voz del Señor fue oída por medio de los labios del apóstol Pablo. Después de pasar catorce días de olas y viento, los tripulantes y pasajeros del barco creyeron que no escaparían con vida. Sin embargo, recordemos que el Señor se le había presentado a Pablo y le había asegurado que el iba a ver Roma. Con esta seguridad, pues, a Pablo le fue posible levantarse en medio de todos para decirles algo. Leamos los versículos 21 al 26: "Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente haberme oído, y no zarpar de Creta tan solo para recibir este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave, pues esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, y me ha dicho: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; además, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. Con todo, es necesario que demos en alguna isla." Es fácil comprender que ésta fuera una palabra alentadora para todos los que estaban a bordo de esa nave. En realidad, éstas eran las únicas palabras animadoras y de esperanza en aquel horizonte negro. Observemos lo extraordinario del testimonio del apóstol Pablo y bien pudo él decir: "el Dios de quien soy y a quien sirvo". Su confianza estaba depositada en Dios. Y añadió: "Tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho". Le fue revelado también al apóstol Pablo, que serían arrojados en alguna isla. Más tarde, veremos que sería la isla de Melita que estaba situada al sur de Sicilia. Así que viajaron una distancia considerable a través del Mediterráneo desde la isla de Creta. Melita es la misma isla que hoy conocemos como la isla de Malta. Y leemos aquí en el versículo 27: "Al llegar la decimacuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra." El mar Adriático esta situado entre Italia y Macedonia, o sea Grecia. Al parecer, habían sido impulsados por el viento de un lado a otro del mar Adriático, pasando entre las islas de Creta y Sicilia. En otras palabras, ahora se encontraban en las profundidades, en alta mar. Pero entonces, a la décima cuarta noche, alrededor de la medianoche, se dieron cuenta que estaban acercándose a tierra. Continuemos con los versículos 28 y 29:
versículos 28 y 29: "Echaron la sonda y hallaron que la profundidad era de 36 metros; y pasando un poco más adelante, volvieron a echar la sonda y hallaron que estaban a 27 metros de profundidad. Temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciera de día." La sonda indicó que se estaban acercando cada vez más a la tierra. Y así vemos que se iban cumpliendo todas las previsiones anunciadas por Pablo. Al ver al gran apóstol, prisionero en aquel barco que se dirigía hacia Roma, no podemos dejar de admirar su temple, su calma en medio de la situación caótica de un barco a punto de naufragar, y su forma de hablar con autoridad, opinando y dando sugerencias ante los veteranos marinos allí presentes, a quienes la situación se les había ido de las manos. Nos imaginamos a Pablo, firmemente puesto en pie a pesar de los movimientos violentos del barco, haciendo resonar su voz, que debió superar al viento y a las olas. Recordamos sus palabras, que le trajeron paz y confianza a él y a sus compañeros de viaje: "esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo. . . . Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho." Estimado oyente. Solo Dios puede hacer sentir Su presencia de una manera muy real, para infundir confianza en aquellos hijos suyos que atraviesan una situación que, humanamente hablando, no ofrece solución ni esperanza alguna. La vida del gran apóstol, se aproximaba a la meta que Dios había fijado para el final de su vida y ministerio. Si hubiéramos podido verle allí en el barco, imponiendo la calma en medio de la tempestad, inevitablemente, habríamos recordado a Aquel a quien Pablo debía su salvación y a quien sirvió. Me refiero a Jesucristo. También Él en una ocasión estuvo en una barca sacudida violentamente por las olas, rodeado de hombres temerosos por la inminencia de un naufragio, que gritaron desesperadamente: ¡Señor! ¡ Sálvanos, que perecemos! Y Él les respondió: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Y a continuación, dio una orden al viento y al mar, y todo quedó completamente en calma. En este programa dijimos que nuestras vidas se parecen a pequeños y frágiles botes que surcan los mares de este mundo. Estimados hermanos, su embarcación necesita la presencia de un capitán, Y nadie sino Aquel a quien el Dios Padre declaró ser heredero de todas las cosas, que sustenta su creación y que controla los vientos y los mares, puede evitar el naufragio, la catástrofe del alma que, sin ÉL, está inevitablemente perdida. Por todo ello le invitamos a dar el paso de fe y recibir en su vida al Señor Jesucristo, el Salvador, quien para poder ofrecerle la salvación murió en el madero y resucitó al tercer día para darnos vida juntamente con ÉL . Solo Dios atravéz de Cristo puede darle hoy la vida eterna. Solo Dios puede transformar un naufragio, una catástrofe humana, en un nuevo comienzo, en una nueva etapa, en una nueva vida, en un anticipo de la vida venidera Hechos 27:30-28:31. Estuvimos viendo sobre el viaje de Pablo a Roma, viendo el barco a merced de la tempestad en el Mar Adriático acercándose a tierra y a punto de ser arrastrado contra las rocas, por lo cual los marineros echaron las cuatro anclas. Y leemos aquí en los versículos 30 y 31: "Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el bote salvavidas al mar aparentaban como que querían largar las anclas de proa. Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si estos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros." En realidad, bajo la apariencia de echar las anclas, la intención de estos marineros era abandonar la nave. Pablo les dijo que la única certeza de seguridad estaba precisamente en que todos permanecieran en la nave. No había seguridad alguna en echarse al mar. Pablo había puesto su confianza en Dios. ¡Qué experiencia maravillosa es confiar en la Palabra de Dios! El ángel de Dios le había dicho a Pablo que él y los demás hombres en la nave serían salvos. Pero, no podían salvarse si obraban según su propio parecer. Sólo podrían salvarse si actuaban según la manera de Dios, que consistía en que ellos permaneciesen en la nave. La cuestión era, o bien creer que Dios les salvaría o sino, que ellos tomasen esta emergencia bajo su control. Para nosotros hoy en día, estimados hermanos , también es cuestión de confiar en Dios, de descansar en Cristo. En estos días tan difíciles y oscuros, es tan fácil abandonar la nave y echarnos al mar. Es tan fácil seguir aquel camino creyendo que podremos huir de algunas circunstancias adversas y salvar nuestras propias vidas de esa manera. No, estimados hermanos . Se trata de confiar en Cristo y de descansar en Él. Recordemos que el dijo que solo el que persevere hasta el fin, este será salvo Leamos ahora el versículo 32 de este capítulo 27 de los Hechos: "Entonces los soldados cortaron las amarras del bote salvavidas y lo dejaron perderse." Pablo había dado esta información al centurión. Y parece que por fin, el centurión comenzaba a escuchar a Pablo. De modo que, dio la orden y los soldados cortaron las amarras del bote salvavidas. Ahora, todos tuvieron que permanecer en la nave. Continuemos con los versículos 33 y 34: "Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comieran, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud, pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá." Unos catorce días de ayuno debilitarían incluso a los hombres más fuertes. Así que, después de haberles pedido que permanecieran en la nave, Pablo les dijo a todos que comiesen. Al parecer, todos habían ayunado. Los paganos habían ayunado porque estaban muy asustados. Pablo y los creyentes habían ayunado porque lo hacían para el Señor. Como estaban por desembarcar en una situación extrema, y todos necesitarían fuerzas, Pablo hizo uso del sentido común y les pidió que se alimentasen. Creo que para un cristiano es muy necesario hacer buen uso del sentido común, casi más que en cualquier otra área de la vida. Pero la confianza en el Señor, no excluye ejercitar ese sentido común que Dios nos ha dado para que lo apliquemos. Continuemos con el versículo 35 de los Hechos capítulo 27: "Y dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, lo partió y comenzó a comer." Pablo dio gracias a Dios en presencia de todos. ¡Éste fue nuevamente un testimonio maravilloso! ¡Éste fue el próspero viaje a Roma! Algunos creen que no parecía muy próspero, como si estuviera fuera de la voluntad de Dios. Pero, no, estimados hermanos, Pablo de ninguna manera estaba fuera de la voluntad de Dios. ¿Recuerdan ustedes otro caso en los evangelios, cuando una noche el Señor Jesús hizo subir a Sus discípulos en una barca y los envió a través del mar de Galilea? Les había enviado a la otra orilla, y durante la travesía, una tempestad se presentó en el mar. Les había enviado directamente al centro de la tempestad. Ahora, no podemos decir que Jesús no sabía que venía una tempestad. Para mí, no hay ni sombra de duda que Él los envió deliberadamente hacia la tempestad. Él es el hijo de Dios. Él sabía acerca de la tempestad. Sabía lo que hacía. Personalmente creo que muchas veces el Señor deliberadamente nos envía hacia una tempestad; y debemos recordar que podemos estar en el mismo centro de una tempestad y aún así, permanecer voluntad . Nunca nos ha prometido que no habrá tempestades. Nunca ha dicho que no nos evitaría pasar por tales experiencias, de hecho, bien claro dice: Hechos 14: 22. confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Lo que nos ha prometido es que llegaremos al reino de Dios . Además, ha prometido estar allí mismo con nosotros en medio de la tormenta, cuando la furia de los elementos se desencadena con toda su violencia. Ése es el consuelo que el hijo de Dios debe experimentar en esa hora de la prueba. Leamos ahora los versículos 36 y 37 de este capítulo 27 de los Hechos: "Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis." Había 276 personas a bordo de esa nave. En verdad, era un barco bastante grande. El versículo 38 dice: "Una vez satisfechos, aligeraron la nave echando el trigo al mar." Antes, habían echado al mar todo el cargamento. Ahora, arrojaban al mar todas sus provisiones. Leamos ahora los versículos finales, versículos 39 al 44 de este capítulo 27 de los Hechos: "Cuando se hizo de día, no reconocieron el lugar, pero vieron una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron varar la nave, si podían. Cortaron, pues, las anclas y las dejaron en el mar; aflojaron también las amarras del timón, izaron al viento la vela de proa y enfilaron hacia la playa. Pero, dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave. La proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugara nadando. Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que supieran nadar se arrojaran al agua primero y salieran a tierra; y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra." Creo que podemos considerar ese desembarco, como un milagro, aunque no vamos a insistir en que fue un milagro. Sin embargo, Dios ciertamente cumplió Su promesa de que Pablo y todos los que estaban en la nave se salvarían. A todas las 276 personas les fue posible llegar a tierra sanas y salvas. Y así terminamos el capítulo 27 de los Hechos. Llegamos ahora al último capítulo de este libro
Hechos 28 Y en este capítulo tenemos la llegada de Pablo a Roma. En este capítulo seguiremos la ruta de Pablo desde Malta hasta Roma. Al llegar Pablo a Roma, veremos que se dirigiría primero a los judíos y luego a los gentiles o no judíos. Observaremos también que la narración queda inconclusa, se interrumpe y simplemente nos deja con Pablo predicando en Roma. Los hechos del Espíritu Santo no se han terminado, ni aún en nuestros tiempos. Este libro de los Hechos sólo terminará: 29. E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.30. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria, y los muertos en Cristo resucitarán primero.17. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.18. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras…..Comencemos pues, leyendo el primer versículo de este capítulo 28 de los Hechos, que nos describe El desembarco en Malta "Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta." Es de especial interés saber que la bahía donde se cree que el desembarco tuvo lugar, se conoce hoy como la Bahía de San Pablo. La isla de Malta es un lugar muy interesante. A los que vivieron durante la Segunda Guerra Mundial, les recuerda que esta isla era muy mencionada en los titulares de los periódicos, al principio de la segunda guerra mundial. Fue el sitio más bombardeado debido a su situación estratégica en el mar Mediterráneo. Ciertamente, en este incidente del naufragio y del desembarco de Pablo en la isla de Malta vemos la providencia de Dios en la vida del apóstol Pablo. Todo esto fue registrado para nuestra enseñanza. Continuemos con el versículo 2: "Los habitantes del lugar nos trataron con no poca humanidad, pues, encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío." Aquí vemos otro ejemplo de la bondad y la cortesía de personas paganas. Recordemos que había 276 personas que desembarcaron en esta isla. De este grupo, muchos eran criminales que estaban siendo enviados a Roma para ser castigados. Sin embargo, hallamos esta maravillosa bondad y cortesía que fue manifestada por parte de estos habitantes de Malta que eran paganos. Vemos en el libro del profeta Jonás otro ejemplo de lo mismo. Los marineros paganos se portaron muy bondadosamente con Jonás. No querían echarlo al mar aunque él les había dicho que eso era lo que debían hacer. En ese caso, se esforzaron por hacer volver la nave a tierra y se dieron cuenta que no podían hacerlo. A veces las personas que honradamente admiten estar sin Dios, manifiestan más bondad y generosidad que los que son religiosos. Y eso incluso es verdad, aun hoy en nuestros días. Es por esto hermanos que aquellas personas que han muerto sin conocer el evangelio de Cristo, algunas se salvarán y las otras se condenarán de acuerdo a sus obras. Continuemos con el versículo 3: "Entonces Pablo recogió algunas ramas secas y las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano." Recordemos que al final del evangelio según San Marcos, en el capítulo 16, versículo 17 y 18, tenemos las promesas siguientes: "Estas señales seguirán a los creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán". Creo hermanos, que estas señales estaban limitadas a ese tiempo, antes de que fuera completado el Nuevo Testamento y la iglesia dispusiera de un texto con autoridad, cuando los creyentes necesitaban dones acompañados de señales para verificar el mensaje del evangelio. Observemos que Pablo no cogió deliberadamente esta víbora. Pablo no estaba probando el alcance del poder de Dios. En verdad creo que esta fue otra prueba de que lo que Pablo llamó en 2 Corintios el aguijón en su cuerpo, era una enfermedad de la vista. Quiero desarrollar este tema, cuando lleguemos a estudiar la epístola a los Gálatas. Bueno, tenemos aquí otro caso que manifiesta que Pablo no podía ver muy bien. Cuando cogió algunas ramas secas, simplemente no vio la víbora que estaba entre las ramas. Hay algo más de interés aquí en cuanto al apóstol Pablo, que quisiéramos destacar. Estos habitantes de la isla habían sido muy hospitalarios con todos estos náufragos. Habían aceptado a los 276 extranjeros que acababan de llegar. Hacía frío y como había lluvia, ellos encendieron un fuego para calentar a éstos que habían llegado. Ahora, cuando el fuego empezó a extinguirse, Pablo fue a buscar ramas secas. Y eso debe disipar cualquier idea de que Pablo simplemente viajaba de ciudad en ciudad, limitándose a predicar, y prácticamente sin ocuparse de nada más. Él mismo nos dijo que trabajaba para su propio sostenimiento económico haciendo tiendas, para no ser carga a ninguna iglesia. No creemos que tuviera reparos para trabajar, sino todo lo contrario. Ahora, cuando Pablo echó al fuego las ramas secas, la víbora naturalmente huyó del calor. La víbora no solamente mordió a Pablo, sino que también se le prendió de la mano. Y dice aquí en el versículo 4: "Cuando la gente de allí vio la víbora colgando de su mano, decía: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir." En otras palabras, creyeron que Pablo era culpable de algún gran crimen y que la justicia le estaba alcanzando. Había escapado del mar, pero, ahora con toda certeza, moriría a causa del veneno. Y esperaban ver en cualquier momento una hinchazón en la mano y en el brazo, y pensaban que caería muerto allí mismo. Sabían por experiencia triste que esto era lo que había pasado a su propia gente. De modo que esperaban que lo mismo le sucediera a Pablo. Ahora, vemos que esta gente tenía un sentido de justicia. Creían que Pablo era un asesino y que merecía el castigo. Creemos que este incidente enseña que a través de todo el Imperio Romano en aquel entonces, había un sentido de justicia. Sabían que la justicia tenía que cumplirse. La Roma pagana había hecho esta contribución al mundo. Y Roma se destacó por la justicia, no por la misericordia. Los pecados o infracciones a la ley, no eran perdonados. El que quebrantaba la ley, tenía que pagar la pena. Por ello, bajo el dominio férreo de Roma, el mundo estaba clamando por misericordia. Este sentimiento fue una preparación para la venida de Cristo, quien vino como un Salvador del pecado, para que la humanidad conociese la misericordia y el perdón de Dios. Continuemos ahora con los versículos 5 y 6 de este capítulo 28 de los Hechos: "Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció. Ellos estaban esperando que él se hinchara o cayera muerto de repente; pero habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios." Creemos que ésta fue la manera en que se cumplió la promesa que tenemos en el evangelio según San Marcos 16:18. La víbora venenosa mordió a Pablo, pero él no sufrió los efectos del veneno. Dios lo había protegido. Desafortunadamente, cuando los isleños vieron que Pablo no había sufrido daño alguno, entonces concluyeron que Pablo no era un criminal, sino un dios. Ambas suposiciones eran igualmente falsas, aunque este incidente le dio a Pablo un contacto muy importante para su testimonio aquí en la isla de Malta. Continuemos ahora con los versículos 7 y 8 de este capítulo 28 de los Hechos: "En aquellos lugares había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y hospedó solícitamente tres días. Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería. Pablo entró a verlo y, después de haber orado, le impuso las manos y lo sanó." Pablo estaba entonces ejerciendo su don de apóstol. Oró pidiendo dirección para saber cuál era la voluntad de Dios. Una vez que supo la respuesta, actuó en consecuencia. Cosa muy diferente hoy en el SIA, donde estos mal llamados apóstoles, pastores y súper ungidos, no oran y piden la voluntad de Dios, si no que quieren imponerse sobre Dios, al ponerlo como si Él fuera su sirvienta a la que ellos le ordenan, le decretan y declaran, y Dios muy obediente así no sea su voluntad, tiene que cumplir sus deseos caprichosos, que lógicamente lo hacen con el fin de desembolsar el dinero de la gente después de manipular sus mentes emocionalmente a través del hipnotismo colectivo, y de estos shows mediáticos. Prosigamos con los versículos 9 y 10: "Viendo esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades venían, y eran sanados; los cuales también nos honraron con muchas atenciones, y cuando zarpamos nos proveyeron de todo lo necesario." Ha surgido la pregunta en cuanto a si Pablo predicó el evangelio en Malta, o no. Hay quienes creen que éste fue un lugar donde Pablo no lo predicó. Éste es un caso donde creo que el Espíritu Santo espera que hagamos uso de nuestro sentido común. Hermanos Por supuesto que Pablo predicó el evangelio. No hay razón alguna para dudarlo. Lo que sucede es que como estamos llegando ya al fin del libro, este relato se presentó de una manera muy breve y directa. Es que, a estas alturas, el doctor Lucas esperaba que conociéramos lo que Pablo haría. Recordemos que fue Pablo quien escribió en su primera carta a los Corintios, capítulo 2, versículo 2: "Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado". Para los apóstoles, la sanidad equivalía a la confirmación que el Evangelio que predicaban procedía de Dios. Y creemos que es muy importante para nosotros darnos cuenta que Pablo predicó aquí el evangelio, y que la sanidad fue el resultado de esa predicación. Era una evidencia de la verdad que él estaba predicando. Creemos entonces que la inferencia normal aquí es que Pablo hizo aquí exactamente lo mismo que hizo dondequiera que fue. Avancemos con el versículo 11 de este capítulo 28 de los Hechos, que nos informa que El viaje continuó "Pasados tres meses nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux." Ahora, ya que Pablo se quedó en Malta por tres meses, es más que evidente que los pocos versículos que se nos dan aquí, no presentan la historia completa de su ministerio en esa isla. Por eso creo que podemos estar seguros de que Pablo predicó el evangelio ampliamente. Ahora, Cástor y Pólux, que se mencionan aquí en este versículo 11, como la enseña en su nave, eran dioses de los romanos. Todavía hay una columna erigido a ellos en las ruinas del foro romano. Sigamos adelante con los versículos 12 hasta el 15: "Llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días. De allí, costeando alrededor, llegamos a Regio; y al día siguiente, soplando el viento sur, llegamos al segundo día a Puteoli. Allí encontramos a algunos hermanos, los cuales nos rogaron que nos quedáramos con ellos siete días. Luego fuimos a Roma, de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento." La tempestad ya había pasado. El Euroclidón, ese viento huracanado del norte, se había alejado. Entonces sopló nuevamente un viento del sur. Pablo, ahora, había llegado a la Vía Apia. Y una vez más, vemos cuán importante era para el apóstol Pablo el ánimo de los creyentes. Continuemos con el versículo 16, que nos presenta a Pablo en Roma "Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar; pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que lo vigilara." Al parecer, Pablo tuvo la libertad de vivir en una casa, aunque siempre fue custodiado por un soldado. En realidad, había diferentes soldados que se turnaban custodiando a Pablo. Prosigamos con los versículos 17 al 20: "Aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar por no haber en mí ninguna causa de muerte. Pero, oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar a César, aunque no porque tenga de qué acusar a mi nación. Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros, porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena." Vemos que Pablo continuó aplicando su método acostumbrado de dirigirse primero a los judíos, en este caso para explicarles el motivo por el cual estaba encadenado. Y continuamos con los versículos 21 al 24 de este capítulo 28 de los Hechos: "Entonces ellos le dijeron: Nosotros no hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido ninguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti. Pero querríamos oír de ti lo que piensas, porque de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella. Habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndolos acerca de Jesús, tanto por la Ley de Moisés como por los Profetas. Algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían." Vemos aquí la clase de libertad que Pablo tenía como preso. Al parecer, le fue posible recibir a grandes multitudes en su casa. Sin embargo, siempre hubo un soldado de guardia para vigilarlo. Nuevamente vemos que el apóstol Pablo se sirvió de su conocimiento del Antiguo Testamento para persuadir a los judíos en cuanto a Jesús, como su Mesías prometido. Como siempre, surgieron las dos respuestas al mensaje: algunos creyeron, mientras que otros no creyeron. Y los versículos finales de este capítulo, los versículos 25 al 31 nos dicen: "Como no estaban de acuerdo entre sí, al retirarse les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo y diles: De oído oiréis y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis, porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos y oigan con los oídos, y entiendan de corazón y se conviertan, y yo los sane. Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios, y ellos oirán. Cuando terminó de decir esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí. Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían. Predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento." El libro de los Hechos nos cuenta del principio del movimiento del evangelio hasta su expansión hacia los confines de la tierra. Recordemos que en el huerto de Edén el hombre dudó de Dios, y que ello le condujo a la desobediencia. El camino de regreso a Dios se recorre por medio de la fe, es decir, del creer que conduce a la obediencia, como Pablo dijo en su epístola a los Romanos 1:5. Por tanto, vemos que en aquel día algunos creyeron el evangelio y otros no. Y todavía sucede lo mismo hoy en día. El libro de los Hechos de los Apóstoles, termina con Pablo predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo sin que nadie le estorbara. Pero, en realidad, como ya hemos dicho antes, la narración no concluye aquí en el capítulo 28. El Espíritu Santo continúa actuando en el día de hoy. Los hechos del Espíritu Santo no han terminado aún en nuestros tiempos. La obra de la iglesia aún no ha sido completada; es una historia continua. Lo que usted y yo hemos hecho y hagamos en el poder del Espíritu Santo, también forma parte de este relato. Y la mejor forma de continuarlo es compartir con otros el “verdadero mensaje del Evangelio que caracterizó a la predicación y la doctrina de los Apóstoles. Y ese mensaje establece que el Señor Jesucristo murió en el madero y resucitó al tercer día . Por lo tanto, su obra de redención está al alcance de todos aquellos que, por la fe, acepten el don gratuito de la salvación que Dios hoy ofrece. Y así concluimos nuestro estudio del libro de los Hechos de los Apóstoles. Dios mediante en nuestro próximo estudio, vamos a estar analizando el Evangelio según san Juan…gracia y Paz
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