El LZ 129 Hindenburg fue un dirigible alemán tipo zeppelin, destruido a causa de un incendio cuando aterrizaba en Nueva Jersey el 6 de mayo de 1937. El accidente ocasionó la muerte de 36 personas (alrededor de un tercio de las personas a bordo). Fue ampliamente cubierto por los medios de la época y supuso el fin de los dirigibles como medio de transporte.
El LZ 129 Hindenburg y su gemelo el LZ 130 Graf Zeppelin II fueron los dos mayores dirigibles construidos, y las aeronaves más grandes jamás construidas. El Hindenburg fue nombrado en honor del Presidente de Alemania Paul von Hindenburg. Era un nuevo diseño, completamente construido de duraluminio: 245 m de largo, 41 m de diámetro, 16 bolsas (14 de hidrógeno y dos balones de aire) con una capacidad de 200 000 m³ de gas, con un empuje útil de 112,1 t (1099 MN), gracias a cuatro motores diésel Daimler-Benz DB 602 de 1200 CV (890 kW). Alcanzaba una velocidad máxima de 135 km/h.
El Hindenburg era más largo que tres Boeing 747 juntos. Originalmente, tenía capacidad para 50 pasajeros —siendo aumentada hasta 72 en 1937—, y una tripulación de 61 personas. Por razones aerodinámicas, las dependencias de los pasajeros se encontraban dentro de la estructura del dirigible, y no en góndolas. Fue cubierto con tela de algodón, barnizada con óxido de hierro y acetato-butirato de celulosa impregnado de polvo de aluminio (el polvo de aluminio y el óxido de hierro forman una mezcla llamada «termita» que es muy inflamable). Fabricado por Luftschiffbau Zeppelin en 1935 con un coste de 500 000 libras, hizo su primer vuelo el 4 de marzo de 1936.
En un primer momento, se pretendió llenar el Hindenburg con helio, pero un embargo del ejército de Estados Unidos sobre este elemento obligó a los alemanes a cambiar el diseño para pasar a usar hidrógeno altamente inflamable y fuertemente explosivo. A pesar de que la densidad del hidrógeno es la mitad de la del helio, su empuje apenas aumentó en un 10 %. Gracias a este pequeño incremento, en el invierno de 1936 se aumentó su capacidad añadiendo otras 10 cabinas de pasajeros. Nueve de ellas disponían de dos camas, y la última de cuatro. También se retiró un piano para ahorrar peso.
Los alemanes tenían una gran experiencia en la manipulación del hidrógeno de modo seguro, sin sufrir nunca un accidente relacionado con la alta reactividad del gas. Aun así, y para mayor seguridad, se trató la envoltura del dirigible para que no acumulara electricidad estática, evitando de este modo que saltaran chispas. Los ingenieros alemanes tenían tanta confianza en su capacidad para manejar hidrógeno con seguridad, que incluyeron en el Hindenburg una sala para fumadores.
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