Es poco habitual pensar que ciertos estados de desequilibrio, donde sentimos cansancio, malestar, y un estrés intenso, nos hablen de la necesidad de una práctica emocional de limpieza, que permita restituir la serenidad y la vitalidad.
Desconocemos qué herramientas hacen posible recuperar el equilibrio por nosotros mismos, y que además sea efectivo.
El recurso más habitual es la distracción. Cualquier cosa puede servir para tratar de calmar lo que nos agita, hasta que sucumbimos continuamente al malestar emocional.
Un malestar que notamos al levantarnos por la mañana, al volver del trabajo, al separarnos de nuestra pareja, en el momento de ir a dormir.
Si alguna vez buscamos hablar de lo que nos pasa estando alterados, solemos estar preocupados por sentimos deprimidos e impotentes, muchas veces sin saber el por qué.
En otras ocasiones, puede que nos esté ahogando algún enfado, que nos ha mantenido indignados en nuestros pensamientos durante largo tiempo. Aunque nos parezca absurdo seguir dandole vueltas.
O nos sentimos frustrados por sentir miedo, ansiedad y mucha inquietud, evitando afrontar la solución. Porque no la vemos, o si la hemos visto, nos mantenemos indecisos a dar el paso.
En cualquier caso, cuando hay desequilibrio éste nos arrastra a la parálisis, nos mantiene en aquello que nos quita felicidad y libertad.
Por propia experiencia recuperar el equilibrio requiere que escuche con integridad cuánto amor me tengo al vivirme en mi potencial, y todo lo que no he hecho para hacer crecer ese amor desde ese potencial.
En vez de esa escucha con integridad tiramos balones fuera
¿Cuál es la consecuencia?
Nuestro sentir se convierte entonces en un campo de batalla estéril al no poder aportar la información que nos llenaría de confianza y valoración personal. Dos pilares básicos para descubrir quiénes somos.
Lo que sentimos, ese conjunto de sensaciones, de emociones y de sentimientos, se convierte entonces en un enemigo que chilla, molesta y reclama.
Con el sentir en estado de incomunicación es imposible que accedamos a la información que está contenida, y que nos pide primero, un ejercicio de honradez con respecto a nuestra actuación, y segundo, ser honestos para aceptar cómo, cuándo y de qué manera respetarnos.
La ansiedad, el cansancio, la depresión a la larga son un conjunto de emociones no elaboradas que no pasaron por ese filtro de la escucha con integridad de lo que necesitamos darnos, o que se quedaron bloqueadas al no aceptar que es necesario que sea de otra manera nuestra actitud ante aquello que esperamos.
Cada uno lidia como puede sus circuitos de desbordamiento, sin poder tirar del hilo de lo que nos haría responder a las siguientes preguntas:
¿Te es fácil desenredar los pensamientos? ¿Pones en orden tus emociones? ¿La claridad y el equilibrio son recursos que te hacen sentirte bien contigo mismo?
Con mi maestra y mentora Joaquina Fernández aprendí la importancia de limpiar y asociar el sentir emocional al crecimiento personal. Una condición necesaria para vivirnos conectados a nuestro potencial, y que posibilita el desarrollo de objetivos en cualquier ámbito de nuestra vida.
Ahora, dos veces al año propicio la experiencia de la Detox Emocional, en forma de taller, que confío que como a mi, también propicie el crecimiento que necesitamos, y que es diferenciado cuando entra el Otoño, o la Primavera.
En ambas estaciones es necesaria la paciencia y la tolerancia para dar pasitos que nos hagan más felices, aunque el reto de crecimiento en cada estación es diferente. En Primavera crecemos en lo que hemos sembrado en el invierno y vemos con claridad qué innovación nos pide.
En Otoño también necesitamos la paciencia y la tolerancia pero para lo desconocido.
Tener esa actitud para lo que no conocemos puede resultar aterrador si durante el verano no hemos tomado conciencia del cambio que necesitamos.
Tengamos en cuenta que saltar en el paracaídas de lo desconocido tiene un propósito: desprendernos de todo aquello que nos impide renacer con una firme y poderosa voluntad de vivir.
Morir a lo viejo se convierte en algo farragoso si esa conciencia se ha oscurecido con todo lo que nos hemos guardado dentro, no sólo porque nos hemos callado, que también influye, sino por todas las distracciones a las que hemos recurrido para evitar lo que sentimos.
A veces la única manera que tiene la conciencia para avisarnos de que es urgente morir y darnos una nueva oportunidad, es a través de sentirnos culpables.
Una dolencia que en occidente es muy común y que está asociada más a la recriminación y al martirio, en vez de una excelente posibilidad de morir al pasado y generar un cambio con ojos puros.
Hasta que conocí a Joaquina para mi la culpa era un enemigo.
Ahora sé que puede ser útil para renacer, renovarse y revitalizarse, siempre y cuando aprendamos a verla sin dolor. Un compromiso que es doblemente necesario para las personas nacidas entre el 21 de septiembre y el 21 de diciembre.
Me enseñó a ver la culpa como un recurso de conciencia para nacer a una identidad que cada año vuelve a nacer conectada con su voluntad superior. El único requisito es aprender esa comunicación transcendente.
Este viernes 21 de septiembre, justo el día de inicio del Otoño, a las 19hrs en la sala EcoRiche, daré una conferencia para aprender a morir y renacer, y también cambiar nuestra visión acerca de la culpa como herramienta de transformación.
Conoceremos el significado de los tres meses de Otoño, y el crecimiento personal que nos pide. La conferencia, que es gratuita, precede al taller DetoxEmocional en Otoño, donde podrás limpiar y generar tu plan de acción de renacimiento. Tienes dos fechas a elegir en septiembre: el domingo 23 y el sábado 29. Inversión 65€
Te espero
Comentarios