El consumo es un fenómeno que desde hace tiempo ha superado los límites de la simple satisfacción de necesidades o placeres. Cada vez en más sociedades, el sistema político, económico y social dependen del seguimiento de unas pautas cada vez más homogéneas de comsumo, que lo que acaban provocando es una necesidad, tanto para la persona, como para el individuo, de comprar y poseer objetos sin cuestionarse el complicado entramado de poder que hay detrás de esas nuevas zapatillas o el último videojuego de peleas.
¿Cómo resumir en unos párrafos todas las implicaciones del consumismo? Afortunadamente esto es solo una introducción escrita a un programa de radio en el que nos sentamos tranquilamente para deshuesar algunas de las realidades en torno a este fenómeno. Aún así, para entender lo influyente que es el consumo en nuestra forma de vida actual, basta con fijarse en cómo la economía neoliberal ha ido construyendo el mantra del crecimiento, cómo el porcentaje de aumento del PIB es la brújula que marca la dirección en la que marcha la economía de un país. Si tenemos un crecimiento, pongamos, del 3%, eso es bueno, porque hemos consumido más, y podremos consumir aún más en el futuro, lo cual, además de perjudicial para la sociedad en muchos sentidos, no tiene ni siquiera por qué ser así, pero como la religión de hoy es la economía, no queda otra que repetir el mantra, y todos contentos.
La popularidad de un gobierno depende en gran medida de dicho crecimiento, el cual depende en gran medida a su vez del consumo, y aquí tenemos la conexión del consumo con la política. Además, si un gobierno impone restricciones a ciertos productos venidos del extranjero, o limita el consumo en ciertos sectores, estaríamos hablando de una seria amenaza a nuestra libertad de consumir, por lo que es más conveniente engrosar las estadísticas de venta de automóviles, pisos u ordenadores, sean cuales sean las consecuencias, de modo que parezca que en nuestro país la gente goza de un bienestar palpable. ¿Bienestar o clasismo?. Del mismo modo que un gobierno presume de que en su país se compran más coches que en el país de al lado, que está lleno de fracasados que no han sabido competir, el vecino de al lado presume de su nuevo coche frente a los pobres de su bloque que llevan más de diez años con ese coche tan poco elegante. Anda, aquí tenemos la tercera conexión; de la economía, a la política, y de esta a nuestra vida cotidiana. ¿A ver si después de tanto criticar al gobierno le estamos dando la razón con nuestras acciones? Y no es tanto el “qué” hacemos sino el “cómo” y “por qué”, ya que el consumo es comprar un coche, sin más, quizá porque no te quede otra, pero el consumismo es comprarte ese coche por lo que puedan pensar cuando te vean en ese viejo Seat Panda que ya conducías en el verano del 97.
Siempre decimos que el tema que tratamos es muy importante y afecta a todos los planos de la sociedad, pero esta vez es verdad, en serio, no es broma. En este programa, Claudia nos introduce suavemente con el microrrelato de un pájaro que no da crédito con lo que ve en la gran ciudad. Miguel nos trae la diferencia entre consumismo y consumo, las distintas formas de consumo y las implicaciones que traen los préstamos. Alejandra se estrena dejando boquiabierto a todo el equipo de Irradiando con su manejo del micro y la palabra, y nos explica cómo la obsolescencia programada ha ido evolucionando silenciosamente hasta ser un fenómeno que en la sombra condiciona nuestros hábitos de consumo. Belén, a través de voces expertas, nos desmonta el mito del consumo, como siempre sind ejar puntada sin hilo. Dani se reincorpora a la radio y nos habla de una forma distinta de consumo artístico y de ocio; los viajes sensoriales. Y Nacho, volviendo a la esencia de su sección, nos trae su visión sobre cómo el consumismo afecta a lo más profundo del ser, sí, sí, tal cual. Para terminar este programa hemos invitado a Florentino Peláez, para que nos ofrezca una visión antagónica a la verborrea anarcobolivariana de las secciones anteriores, y pone los puntos sobre las íes en “La kagaste Burlankaster”, aportando ese punto de cordura que sólo podréis encontrar en emisoras rivales como la COPE o Radio María.
Comentarios
¿Neolengua? No gracias.