JAMES NESTOR RESPIRA LA NUEVA CIENCIA DE UN ARTE OLVIDADO
No importa lo que comas ni cuánto te ejercites.
Tu salud depende, esencialmente, de la manera en que respiras.
Y lo estamos haciendo mal.
Así lo afirma el periodista científico James Nestor en su libro:
Respira. La nueva ciencia de un arte olvidado.
Él considera que somos los peores respirando en el mundo animal.
Esta dejadez trae consecuencias para salud tanto física como mental.
Su trabajo de investigación es fruto de años de búsqueda entre textos antiguos, estudios médicos y experimentos científicos.
Al respirar mal padecemos problemas de insomnio, ronquidos o dolor de espalda.
De modo que si logramos ser conscientes de esto, lograremos mejorar nuestra calidad de vida.
Respirar no es una acción pasiva o inconsciente.
Hacerla correctamente, requiere seguir unas pautas que se han estudiado a lo largo del tiempo.
Si notas que tienes la boca y los labios secos, es que estás respirando por la boca.
También, si sufrimos desmayos o mareos de vez en cuando, es otra señal de que no lo llevamos bien.
Según Nestor, pensamos que el cerebro lo controla todo.
En realidad, el ochenta por ciento de los mensjaes que se intercambian el cerebro y el cuerpo provienen del cuerpo hacia el cerebro.
Si respiramos de manera pausada y profunda, le enviamos señales a nuestro cerebro para que se calme.
Incluso, puede llegar a cambiar el funcionamiento de ciertas áreas del mismo.
Respirar bien, es una manera rápida de controlar el estrés y la ansiedad.
Algo importante para aquellas personas que tengan problemas de asma o ataques de pánico.
Nestor asegura que, aunque llevemos la mascarilla puesta, recibimos la cantidad adecuada de oxígeno para respirar.
Sobre todo hay que respirar por la nariz.
Respirar por la boca es dañino.
El hecho de respirar así está asociado a las apneas y a los ronquidos a la hora de dormir.
La nariz es un órgano con múltiples funciones.
La usamos unas 20.000 veces al día para respirar.
Está relacionada con nuestro sistema endocrino, con la circulación sanguínea y otras muchas funciones.
Respirar por el orificio derecho provoca ciertas reacciones en el cuerpo.
Mientras que por el izquierdo, se originan otras.
Los yoguis utilizan las técnicas de respiración para inducir diferentes estados en su cuerpo.
Nestor establece una relación entre la respiración y la masticación.
No masticamos bien y respiramos peor.
Cocinar y ablandar la comida ha contribuido a que se obstruyan las vías respiratorias.
Muchos de los alimentos que consumimos son muy blandos y esto ha hecho que no mastiquemos lo suficiente.
Afectando al desarrollo de las vías respiratorias.
Algunos estudios diferencian entre los niños que han sido amamantados y los que han tomado biberón.
La conclusión es que estos últimos tienen mayor tendencia a roncar de adultos.
Según Nestor, es porque la estructura de los cráneos no se desarrolla de igual forma.
La cantidad óptima de aire que debemos ingerir en reposo por minuto es de 5,5 litros.
La frecuencia respiratoria ideal es de unas 5,5 respiraciones por minuto.
Esto supone inhalaciones y exhalaciones de ese tiempo.
Se trata de un patrón en reposo.
Cuando hacemos ejercicio, tendremos que responder a las necesidades metabólicas que tengamos.
Se aprende a respirar bien.
Existen más de 400 técnicas de respiración asociadas al yoga.
El primer paso, es ser conscientes de nuestra respiración.
Después, hay que hacerlo siempre por la nariz.
Igual que otros animales.
Un jaguar persiguiendo a una presa en la sabana, respira por la nariz.
Un caballo a la carrera, también.
De las 5.400 especies de mamíferos, somos la única que tiene los dientes torcidos.
Hace 150 años, el ser humano dejó de masticar tanto.
La mandíbula se deformó y empezamos a respirar por la boca en lugar de por la nariz.
El cuerpo humano evolucionó para ser capaz de respirar por dos vías distintas para poder sobrevivir.
Si la nariz queda obstruida, la boca actúa como un sistema de ventilación de repuesto.
Sin embargo, el cuerpo no está diseñado para procesar aire directo del ambiente durante horas.
En resumen, un buen libro que nos recuerda la importancia de ser conscientes de un hábito bastante olvidado.
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