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Patético show de Tamayo el día 8 de enero en Mataró, que no dejó títere con cabeza en la jerarquía de la iglesia. Se centró en la abolición de la religión en la vida pública, y el cinismo de los ministros fieles al papa. Mencionó el sacerdocio femenino, el aborto, los anticonceptivos, se burló de la castidad, defendió el aborto, abolió el concepto de pecado, negó el derecho a que el cristiano hable en público de su fe, y predicó la desconfianza y auguró una etapa de profunda desesperanza cuando si no se cumplen sus deseos de reforma de la iglesia con Francisco, al igual que Dante leyó en las puertas de su Inferno, deberemos abandonar toda esperanza. Lógicamente no es católico, pero no le gusta que le recuerden que no tiene licencias para enseñar en la iglesia católica, pues perdió los papeles cuando se lo recordaron ante su escandaloso autobombo el día 8 en la conferencia en la fundación Iluro. No deja espacio a Dios en la Iglesia católica, de la que no se siente parte. Mi pregunta es: ¿por qué dedica su vida a criticarla? Triste cometido. le acompañaba el jefe de opinión del periódico, para el que escribe asiduamente artículos para dar a conocer sus teorías de religión-ficción.