Abel Caballero es a Vigo, lo que Julio César fue a Roma. Dos emperadores que no cejaron en ningún momento en su empeño de querer las máximas conquistas para sus territorios. Julio César tuvo las Gerras de las Galias y Caballero las tiene con Feijoo a cuenta de párkings de hospitales, con el presidente del Celta por el estadio de Balaídos, con el Ministerio de Fomento por el AVE y con quien sea con tal de que Vigo sea para uso y disfrute de todos los vigueses. Lo del alumbrado de Navidad fue la metáfora perfecta: había que poner tantas bombillas como fueran posibles para que el imperio recibiera admiración.
Vamos, que a todas luces, Caballero es un crack. Y su colega y presidenta de la Diputación de Pontevedra lo puso en Twitter: «Es el mejor alcalde del mundo», escribió Carmela Silva. Bueno, pues la junta electoral ha obligado a quitar la publicación. Pero vamos a ver, junta electoral de zona, ¡que ésto no es como si de unos lazos amarillos cualquiera se estuviera hablando!
Que en época electoral, los cargos públicos deben ser neutrales, está claro. Pero alguien que reta a los regidores de Londres, Tokio, Nueva York, París y Berlín, merece el máximo respeto. Eso es tan grande que queda fuera del marco regulatorio.
Es más, que en una red en la que el odio impera, como es Twitter, el binomio Silva-Caballero se profese más amor que en una cita de First Dates, ya debería movilizar en masa al electorado.
Al final Caballero se ha vuelto a salir con la suya. La junta electoral le ha hecho el mismo favor que todos los que llevaron a portada las luces led, los que califican de populistas sus bailes, los que se mofan de que se ponga el disfraz en la Reconquista... Cuanto más se habla del imperio, mayor gloria para el emperador. Mis dieses, Abel.
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