Lugares donde apetece Vivir, es el lema de la web profesional de Ramón Esteve Cambra, arquitecto y diseñador, considerado una de las 100 personas que están creando el mundo, una de las 100 personas más creativas del Mundo en 2018 según la Revista Forbes.
A Ramón, la persona que hoy te presento, tengo la sensación de conocerle toda la vida, aunque nunca, hasta ahora, había tenido la oportunidad de hablar con él cara a cara. Coincidimos en muchas noches estivales de Ontinyent, su tierra natal, durante las décadas de los 80 y 90, tanto en las fiestas de Moros y Cristianos, como en uno de los locales más emblemáticos de aquellos años, COCONUT.
Cuando conocí el universo artístico que Ramón estaba gestando, comencé a seguir con curiosidad y admiración su trayectoria profesional. En todos esos años, desde la distancia, intuyo, creo que con acierto, que es un hombre sereno, discreto, tímido, observador, perfeccionista, ambicioso y con un bullicioso mundo interior, características éstas que, unidas a su inteligencia, persistencia, imaginación y visión, le permiten crear microuniversos vivenciales y experienciales donde las formas y los materiales se mimetizan con el entorno, ensalzando así su belleza, utilidad y sostenibilidad.
En 2011, Ana María Álvarez mostraba por vez primera el universo arquitectónico de Ramón Esteve mediante la monografía publicada por la editorial Loft, “RAMON ESTEVE ARCHITECTURE/DESIGN“. Con el paso de los años, hemos evidenciado que en el universo de Ramón Esteve, el significado de la palabra TIEMPO sólo cobra sentido cuando se asocia a VIVIR FELIZ, y bajo esa premisa desarrolla una prolífica actividad artística, nacional e internacional, en los ámbitos de la arquitectura y el diseño para centros escolares, de culto, de salud, de investigación, de Congresos, hoteles, restaurantes, arquitectura residencial, mobiliario exterior, tiendas, Packaging, e incluso una marca de maletas (Marcaje).
Observando el bagaje artístico de Ramón Esteve, es fácil atisbar que su obra trasciende las limitaciones, aplicando con armonía su propio lenguaje creativo, libre, global y atemporal, un juego éste en el que Ramón se desenvuelve con maestría ante la máxima del filósofo Wittgenstein: “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
Ramón Esteve es un hombre admirado, reconocido y galardonado tanto en su país natal, España, como en la esfera internacional, no sólo por profesionales del sector sino también por el público en general, entre los cuales, por supuesto, me encuentro yo. En mi caso en particular, me siento identificada con su visión holística de la palabra VIVIR. De ese Lugar donde apetece Vivir, con la familia, amigos o con el equipo de trabajo…, emana libertad, luz, inspiración y una comunicación energética, un diálogo entre las personas y el espacio verdaderamente mágico, que sólo los más extraordinarios saben traducir en sus obras. En sus entrevistas, es habitual escuchar a Ramón pronunciar las palabras: holística, integración, sistemas, alma, experiencias multisensoriales… por eso reitero que Ramón está dotado de un nivel de escucha, comunicación y comprensión del mundo extraordinario.
Paradójicamente, me arriesgaría a definir a Ramón Esteve como el artista de lo inmaterial, del alma, de la esencia, un conector de vibraciones y frecuencias energéticas entre las personas y su entorno. Una de las imágenes que, en mi opinión, mejor describe esta definición es la que preside sus perfiles sociales, tomada en Casa Sardinera, una de sus obras arquitectónicas, reiteradamente galardonada, situada en Jávea (Alicante), en la que Ramón se encuentra en el borde de una elevada y voladiza terraza mirando hacia un infinito mar; observando esa imagen, es cuando siento que Ramón tiene hilo directo con el universo, porque la actitud que transmite es: “Cuéntame, te siento y te escucho, estoy esperando a recibir lo que quieras decirme”.
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