L E C C I Ó N 188
L188 La paz de Dios brilla en mí ahora.
L188.1 1 ¿Por qué esperar a llegar al Cielo? 2 Los que buscan la luz están sencillamente tapándose los ojos. 3 La luz ya está en ellos. 4 La iluminación es sencillamente un reconocer, no un cambiar en absoluto. 5 La luz es algo ajeno al mundo y tú, que llevas la luz en ti, eres también un extraño aquí. 6 La luz vino contigo desde Tu casa natal y ha permanecido contigo, porque es tuya. 7 Es lo único que traes contigo de Aquel Que es Tu Fuente. 8 Brilla en ti porque ilumina tu casa y te conduce de vuelta al Lugar de donde vino y Donde Te encuentras en casa.
L188.2 9 Esta luz no se puede perder. 10 ¿Por qué esperar a encontrarla en el futuro, o creer que ya se perdió o que nunca existió? 11 Es tan fácil verla que los argumentos que prueban que no está ahí se vuelven ridículos. 12 ¿Quién puede negar la presencia de lo que está en él mismo? 13 No es difícil mirar en nuestro fuero interno, pues ahí nace toda visión. 14 No hay cosa que se vea, ya sea en sueños o procedente de una Fuente más verdadera, que no sea sino una sombra de lo que se ve a través de la visión interior. 15 Ahí comienza la percepción y ahí termina. 16 No tiene otra fuente más que ésta.
L188.3 17 La paz de Dios brilla en ti ahora, y desde tu corazón se extiende por todo el mundo. 18 Se detiene para acariciar cada cosa viviente y le deja una bendición que realmente perdura por siempre y para siempre. 19 Lo que da tiene necesariamente que ser eterno. 20 Elimina todo pensamiento sobre lo efímero y sobre lo que carece de valor. 21 Renueva todos los corazones fatigados e ilumina toda visión, a medida que pasa a su lado. 22 Todos sus presentes le son dados a cada uno, y cada uno se une a los demás para darte las gracias a ti que das y a ti que has recibido.
L188.4 23 El resplandor que se encuentra en tu mente recuerda al mundo Lo que ha olvidado, y el mundo a su vez restituye esa memoria en ti. 24 Desde ti, la salvación irradia presentes inconmensurables, que se dan y regresan al que los dio. 25 A ti, el dador del presente, Dios Mismo te da las gracias. 26 Y Su Bendición hace que la luz en ti brille aún más, sumándose así a los presentes que tienes para ofrecer al mundo.
L188.5 27 La paz de Dios nunca puede ser contenida. 28 El que la reconoce en su fuero interno, quiere darla a otros. 29 Y los medios por los cuales puede hacerlo están al alcance de su comprensión. 30 Él perdona porque reconoció a la Verdad en él. 31 La paz de Dios está brillando ahora tanto en ti como en todas las cosas vivientes. 32 En la quietud, la paz de Dios es reconocida universalmente, 33 pues lo que tu visión interna observa es tu percepción del Universo.
L188.6 34 Siéntate en silencio y cierra los ojos. 35 Te basta con la luz que se encuentra en tu fuero interno. 36 Sólo ella puede concederte el don de la visión. 37 Ciérrate al mundo exterior y dale alas a tus pensamientos para que lleguen hasta la paz que se encuentra en tu fuero interno. 38 Ellos conocen el camino. 39 Pues los pensamientos sinceros, no mancillados por el sueño de cosas mundanas externas a ti, se convierten en los santos mensajeros de Dios Mismo. 40 Éstos son los pensamientos que piensas con Él. 41 Ellos reconocen su casa 42 y apuntan con seguridad hacia Su Fuente Donde Dios el Padre y el Hijo son Uno.
L188.7 43 La paz de Dios brilla sobre estos pensamientos, pero además ellos permanecen necesariamente contigo también, pues nacieron en tu mente tal como tu mente nació realmente en La de Dios. 44 Ellos te van a conducir de regreso a la Paz, desde Donde vinieron con el sólo propósito de recordarte
cómo regresar. 45 Cuando tú te niegas a escuchar, ellos acatan la Voz de Tu Padre. 46 Y te instan tranquilamente a aceptar Su Palabra sobre Lo Que eres, en lugar de aceptar fantasías y sombras. 47 Te recuerdan que eres el Cocreador de todas las Cosas que viven. 48 Así como la paz de Dios brilla en ti, también tiene que brillar sobre ellos.
L188.8 49 El propósito de nuestras prácticas de hoy es acercarnos a la luz que está en nosotros. 50 Atajamos nuestros pensamientos errantes y tranquilamente los conducimos de regreso allí donde pueden armonizarse con los Pensamientos que compartimos con Dios. 51 No vamos a permitir que sigan
descarriados. 52 Permitimos a la luz que está en nuestras mentes los guíe de regreso a Casa. 53 Los habíamos traicionado cuando les ordenamos que se apartaran de nosotros. 54 Pero ahora les pedimos que regresen y los purificamos de cualesquiera extraños deseos o confusos anhelos. 55 Y así, les restituimos la Santidad Que es Su herencia.
L188.9 56 De esta forma, nuestras mentes quedan restauradas junto con nuestros pensamientos, y reconocemos que la paz de Dios brilla todavía en nosotros, y que se extiende de nosotros a todas las cosas vivientes que comparten nuestra Vida. 57 Vamos a perdonarlas a todas, absolviendo así al
mundo de lo que pensábamos que nos había hecho. 58 Pues somos nosotros los que hacemos el mundo tal como queremos que sea. 59 Ahora decidimos que sea inocente, libre de pecado y receptivo a la salvación. 60 Y derramamos
sobre él nuestra bendición salvadora, mientras decimos:
L188.10 61 La paz de Dios
brilla en mí ahora.
62 Que en esa paz
todas las cosas brillen sobre mí,
y que yo las bendiga
con la luz que mora en mí.
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