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Obsolescencia percibida, la nueva tendencia de consumo

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Descripción de Obsolescencia percibida, la nueva tendencia de consumo

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Miguel_Pereira

Creo que el último entrevistado, el experto en marketing, al hablar sobre la obsolescencia percibida ha llevado a cabo un discurso propagandístico e interesado sobre los supuestos beneficios de la sociedad consumista. Aquí expongo mi parecer respecto a los sutiles mensajes (nada subliminales) que transmite: 1. Falacia de la obsolescencia percibida generalizada: En ningún momento pronuncia la designación de productos de lujo, para economías desahogadas (lo que no quita que otras clases sociales de menores ingresos las consuman, pero no son o no debería ser el público objetivo de ese tipo de productos de consumo emocional, no racional). Ese consumo conspicuo era más propio de clases altas o de sociedades muy pequeñas, antes del advenimiento masivo de la sociedad de consumo de masas. 2. Falacia del libre albedrío: No todos los consumidores tienen de partida las mismas herramientas intelectuales por genética, entorno sociocultural y aprendizaje para distinguir entre lo que necesitan y lo que no (por ejemplo, por esta razón existe la obligación de distinguir entre publicidad e información, por ejemplo en televisión). 3. Falacia sugerida del experto en marketing como elemento socialmente necesario: es una de las pocas profesiones que no tienen sentido histórico más que en la sociedad de consumo actual. Un panadero, un arqueólogo, un médico, un biólogo, un filólogo, un sociólogo, entre otros muchos tienen valor social en cualquier época histórica ya sea del pasado o del futuro, a diferencia de su profesión. 4. Falacia de la interpretación de los deseos y las necesidades por parte del marketing: el marketing se informa de los deseos y necesidades de su target pero no de un modo neutro, ya que va más allá de la interpretación. Casi siempre retuerce y manipula esas aspiraciones en su interés para generar el deseo de compra de estos productos de carácter emocional, por ejemplo a través del miedo (“si no compras esta pala de pádel ya no serás un jugador destacado”). Si solamente existiera el consumo racional, la información sobre los productos y servicios, el marketing no tendría sentido. Por otra parte, el mismo origen del marketing proviene de la producción en masa, de la necesidad de crear una diferencia artificial entre productos de la misma categoría con unas características muy similares, por no decir idénticas: de aquí nacen las marcas, las atribuciones de producto poco demostrables, los productos símbolos de estatus generados por la propia marca, etcétera. 5. Falacia del “marketing inteligente”: El marketing no busca la sostenibilidad del planeta, no hay equilibrio entre oferta y demanda desde el mismo punto de partida, la esencia del marketing. El marketing busca que el cliente venda lo máximo posible a través de ciertas herramientas que le proporciona el propio marketing, sin preocuparse por nada más (y si parece que lo hace, la mayoría de las veces es maquillaje, verbigracia el “greenwashing”). Lo que comenta el entrevistado sobre “trabajar con las ilusiones de una forma racional”, además de ser una contradicción, es un poco llamativo. 6. Falacia del consumismo con parte positiva para la sociedad: la única parte positiva de la sociedad de consumo es para el productor que vende su producto y gana dinero y para adyacentes como el marketing que facilitan esa venta. Es por tanto, un beneficio muy sectorial. Para el resto de la sociedad genera destrucción de la naturaleza, frustración en una parte de la población por no poder adquirir algo que creen necesario, toneladas de basura, etc. 7. Falacia del conformismo, del mantenimiento del sistema consumista como generador de riqueza: a no ser que se sea un fiel seguidor de la “mano invisible” de Adam Smith, es necesario reconocer que el sistema capitalista es un sistema injusto, basado en la desigualdad y el egoísmo. Genera riqueza, pero principalmente para unos pocos. Insinuar que hay que consumir porque así se mantiene el sistema (y tener los arrestos de mentar el estado del bienestar, nada más opuesto en esencia a la sociedad de consumo) equivale a mi entender a argumentar en el contexto de la Alemania nazi que hay que colaborar con el sistema porque genera riqueza y construye autopistas (a través del saqueo de grupos religiosos y de países completos, entre otros medios de financiación de dudosa moralidad). 8. Falacia de la “personalidad incrementada”: lo que realmente oculta en la mayoría de las ocasiones y grupos sociales ese consumo conspicuo es una carencia de personalidad y de otras características personales. Yo lo llamaría “personalidad de cartón piedra” que oculta muchos otros problemas en muchas ocasiones. 9. Falacia del marketing como ciencia: el marketing no es una ciencia, ya que ni ustedes se ponen de acuerdo en su definición, por ejemplo. Es un conjunto de técnicas o proceso para fomentar la adquisición de un producto o servicio. De hecho, está tan vacío como supuesto saber científico, que tienen que “tomar prestados” muchos conocimientos científicos de la sociología, la estadística, etc. Quizá no la haya usted hecho a propósito, pero al decir mi colega el sociólogo debería puntualizar creo yo, “mi colega de charla”. 10. Falacia del experto en marketing como “ilusionista”. Finalmente, no creo que ustedes sean ilusionistas, según usted menciona. Eso es, de nuevo, maquillar un poco la verdad. A mi parecer, siguen ustedes subidos a la carreta del Oeste vendiendo crecepelo que supuestamente soluciona hasta el dolor de muelas. Y el principal problema no es que hagan eso, el principal problema es que algunos miembros de su profesión intenten convencer a la sociedad de que eso está bien y es positivo para todos.

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