El circo se desarrolla a una gran velocidad a nivel internacional. Ello se explica por su apertura a la innovación en el terreno de la creación y por saber reflejar los temas más sobresalientes de la sociedad contemporánea. La ciudad de Bruselas, en Bélgica, ofrece un ejemplo de esta extraordinaria evolución, con su Escuela Superior de Artes Circenses, que enorgullece a los belgas. “Pienso que esto se debe a que muchos profesionales de la enseñanza y de la cultura trabajaron durante mucho tiempo con ese objetivo y ahora cosechamos los frutos. Además, acogemos muy bien a los estudiantes, tenemos un excelente nivel de formación y muchas posibilidades de desarrollo. Si a eso añadimos el hecho de que Bruselas es una ciudad atractiva, bien situada geográficamente en Europa y a nivel cultural, pues podemos explicar este éxito”, afirma Virginie Jortay, directora de la Escuela Superior de Artes Circenses de Bruselas, (ESAC) mientras nos hace una visita guiada de los locales de esta institución. Sesenta por ciento de los alumnos, incluyendo a los belgas, son europeos. Cuarenta por ciento proviene de otros continentes, una mayoría de jóvenes es hispanohablante, muchos de ellos son originarios de América Latina. “Hay montones. Ahí hay dos hispanohablantes….allí hay otra”, dice riendo a carcajadas Virginie Jortay, señalando a la mexicana Carla Manrique. “Yo empecé a estudiar circo en México, como pasatiempo. Pero después me di cuenta de que me interesaba como profesión. Así que hice las maletas y me vine a Bruselas”, explica Carla. "La mayoría de los latinoamericanos que vienen a esta escuela lo hacen atraídos por su reputación, pero también “porque es pagable”, precisa Carla. Es cierto que la ESAC tiene un alto nivel técnico y pedagógico, pero no es la única. Lo que sucede es que “o están en ciudades muy caras como Estocolmo, o son en sí muy costosas como la de Montreal. La de Bruselas es excelente y es barata”, comenta esta joven mexicana. "Los estudios de circo no son fáciles. Requieren no solo de talento sino también de esfuerzo físico, de una alimentación específica. Es muy difícil”, explica Lucas Romero, un argentino de 26 años, al tiempo que rasgueaba su guitarra. ¿Es una profesión con futuro ? “Bueno, no sé, tampoco es bueno saturar el mercado. Es como si ahora dijéramos que necesitamos artistas de circo. Es un arte, reservado a artistas y hay que estar claros en que quizás llegaremos a un nivel de saturación en el sector. Por ahora tenemos suerte porque estamos en el buen lugar y en el buen momento. De todas maneras, el arte es una profesión que siempre ha sido prometedora. Muchas profesiones lo son siempre, a partir del momento en que una persona tiene capacidad para desarrollarse y dirigirse a los demás de manera artística o social. Pero, bueno, sí, creo que el futuro circense tiene muy buenas perspectivas”, opina Virginie Jortay, directora de la ESAC. Futuro o no, ni Carla la mexicana, ni Nicolas el chileno piensan regresar a sus países para ejercer su profesión. Por su lado, el argentino Lucas piensa que el regreso es posible, pero ”sí, en principio, aunque con otros estudiantes estamos viendo la posibilidad de crear algo aquí”. Circo si, pero en Bruselas!
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