El próximo 29 de agosto se cumplirán 100 años del nacimiento de Charles Christopher Parker, conocido como Charlie Parker y apodado Bird o Yardbird. Su corta vida, no llegó a cumplir los 35 años, fue una larga travesía de dificultades e infortunios: lo rechazaron varias veces al intentar ingresar en el conservatorio, abandonó los estudios a los 14 años y desde adolescente fue un adicto de la cocaína y el alcohol. Hernán Milla y Carlos Cano nos hablan de él.
Logró de manera autodidacta no solo ser uno de los saxofonistas altos más brillantes de la historia del jazz, sino uno de los más influyentes músicos de este género, tanto por temas tan renombrados y que hoy son parte de la colección de “standards” de todos los tiempos, como Confirmation, Ornithology, Yardbird, entre otros, como por revolucionar la concepción de la música de su tiempo. Esta revolución, que inició en la década del 40 en compañía de otro imprescindible, el trompetista Dizzy Gillespie, es conocida como Bebop.
El Bebop engloba varios elementos: un nuevo sonido al reducir las grandes bandas a grupos más pequeños y que exigen un mayor virtuosismo de sus músicos, la inclusión de la percusión cubana y sus ritmos, pero sobre todo una manera de improvisar que busca nuevas tensiones a partir de una nueva concepción armónica. El Bebop construye hasta cinco nuevas escalas y un estilo que otorga al jazz una dimensión y una complejidad muy elevada.
Como en casi todos los procesos artísticos, lo nuevo trae consigo rechazo y crítica y Charlie Parker y el Bebop no fueron excepciones. Sin embargo, la hostilidad y la indiferencia no pudieron derribar la ruta que marcaba el Bebop y antes de terminar la década del cuarenta el binomio Parker-Gillespie, o lo que es lo mismo, “Bird and Diz”, ya eran un referente en el mundo del jazz.
Charlie llegó a grabar poco más de una decena de discos, una cifra muy pequeña para alguien tan importante en la historia del jazz, pero a pesar de lo reducido de esta producción, en ella se concentra una calidad que hace trascendente su legado. Su difícil vida seguramente tuvo que ver mucho en esta realidad, en lo exiguo. Quizás lo álgido de su producción se encuentre a partir de 1947 tras estar internado seis meses en un hospital producto de un ataque cerebral gestado por sus adicciones. Es cuando ven la luz su “Charlie Parker & Dizzy Gillespie: Bird & Diz at the Carnegie Hall” de 1947, “Jazz at the Philharmonic” de 1949 y visita Europa en 1949 y 1950. En 1950 graba junto a su amigo Dizzy “Bird & Diz”, disco que no ve la luz hasta 1952.
A partir de 1951 todo empieza a deteriorarse. Su adicción a las drogas y el alcohol influyen negativamente en su entorno y sus relaciones, llegando a perder por ello su licencia para tocar en los clubes nocturnos. Su economía se ve seriamente afectada hasta el punto de ser incapaz de evitar la muerte de una hija. Esta fallece debido a una neumonía inadecuadamente atendida en 1954. La desolación es tal que Charlie Parker protagoniza dos intentos de suicidios.
Finalmente muere en 1955 debido a un colapso cardiocirculatorio. Tenía 34 años, pero las crónicas de la época señalan que, tan deteriorados estaban su salud y su aspecto, que los forenses que atendieron su cuerpo sin vida pensaron en primera instancia que se trataba de un anciano de 60 años.
Para saber más de la vida de Charlie Parker es recomendable visualizar la película biográfica “Bird” de 1988. Dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Forest Whitaker, esta película rinde tributo a este grande de la música y ambienta de forma veraz el escenario musical y social de la época.
Emitido el 5 de febrero de 2020.
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