Para escapar a la infamia de sus orígenes, que la hacían parecer demasiado a la Cárcel, al Cuartel, al Hospital y a la Fábrica, la Escuela inició un proceso de “reforma” didáctico-institucional que siempre fue engalanado con los atributos del "progresismo" y de la "libertad". Ya conocemos los eslabones de esta “escalera a infierno” de la autocoerción estudiantil: Escuelas Nuevas (Dewey, Montessori, Pestalozzi, Ferrière, Decroly, …), Escuelas Activas (Freinet, Piaget, Freire, …), Escuelas Modernas (con Ferrer y Guardia en el frente), Escuelas Libres y otros proyectos anti autoritarios (Summerhill, Paideia, la “pedagogía institucional” de Lobrot, Oury y Vásquez, centros no directivos inspirados en la psicoterapia de Rogers, …). Pretendemos explorar el carácter “perverso” de esta constante reinvención de la Escuela, a punto de desembocar en la paradoja de una contribución sustantiva a la robotización integral de la sociedad que se sirve, pero, cínicamente, del lenguaje de la “libertad” ”, “de los derechos del estudiante”, de “la participación de los alumnos en el gobierno de los centros” e, incluso, de la “autogestión educativa”. Por Pedro García Olivo
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