San Luis María Grignion de Montfort, (1.673-1.716) fue un sacerdote, teólogo y escritor francés, conocido por su gran devoción a la Virgen María. La presente obra fue un manuscrito que estuvo olvidado en un cofre en una casa de campo francés, para escapar a las embestidas de la Revolución Francesa. En 1.842 cuando fue descubierto empezó su divulgación haciéndose de ella la obra más característica de San Luis María. Este santo fue un gran misionero y de su experiencia como tal por tantos años enseñando en sus misiones públicas y privadamente plasma sus conocimientos y experiencias en este libro. Esta obra es una enseñanza práctica de su misión, en la cual enseña por tanto cuál es la función de la Virgen María en el plan divino de la salvación y en la vida bautismal y apostólica del cristiano. Libro de gran ayuda para crecer en el conocimiento y amor por la Virgen María y por ende en Jesucristo, su hijo y Redentor y Salvador del mundo.
Este libro cuenta con un índice para facilitar su navegación, y es uno de los mejores libros de San Luis Maria Grignion de Montfort; este es uno de los libros favoritos de Juan Pablo II. Es un libro rico en devoción, teología básica y un lenguaje poético donde realmente se nota el enamoramiento del autor con nuestra Madre Maria.
San Luis nació en Montfort, Francia el 31 de enero de 1673 de una familia muy numerosa, el siendo el mayor de 18 hermanos. En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a través del Sacerdocio.
El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: "ser esclavo de María". Después de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un sacerdote organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que le invitó a acompañarlo en otro pueblo.
Durante su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200 misiones y retiros. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio. Su lenguaje era sencillo pero lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se caracterizaban por la presencia de María, ya que siempre promovía el rezo del santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la Virgen. Sus exhortaciones movían a los pobres a renovar sus corazones y, poco a poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor a Cristo Crucificado.
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