Las comparaciones no son odiosas
Simplemente son una influencia más en nuestra identidad.
Nuestra obra personal, nosotros mismos, se va construyendo desde el nacimiento y especialmente nuestros cimientos se llevan años de la construcción.
Una parte importante de lo que eres se debe a los genes y a lo que sus portadores y tu entorno, han influido para que así sea, consciente o inconscientemente. Y otra parte fundamental es el resultado de las comparaciones que has ido haciendo a lo largo de tu vida, especialmente en tu adolescencia cuando ponías el foco en tus ídolos o simplemente en aquellas personas que consideraste tus modelos a seguir. Esto fue inevitable para el proceso de tu identidad y no estuvo exento de dudas, desorientación, deseos, envidia, frustración… pero nos acerca a la aceptación propia, que no es otra cosa que la meta a la que hemos de llegar. Tan cerca de nostros y tan lejos que se ve en el trayecto de la vida.
Compararse para rebelarse
Compararse para definirse
Compararse para despreciarse
Compararse para quererse
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