Según registran la tradición bíblica y la coránica, Balkis, la sulamita reina de Saba (también conocida como princesa del Yemen y reina de la mañana), en torno al año 1000 a.C. visitó la Corte del Rey Salomón, impresionada por lo que había oído acerca del empeño que este había puesto en construir a Adonai (el Señor) un templo jamás visto.
La historia que quiero rememorar la escuchó el poeta y escritor francés Gerard de Nerval a mediados del siglo XIX en un café de Estambul, un antiguo fumadero de opio, situado en un barrio obrero junto a los bazares y donde se hallaban los talleres de fundidores, cinceladores, grabadores, etc. En dicho local y en torno a un narrador profesional, un rapsoda, se concentraban periódicamente una multitud de atentos y silenciosos oyentes que de ese modo recibían las leyendas relativas a los antecedentes históricos y míticos de aquellas asociaciones artesanales que tuvieron su origen en Oriente.
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