Trampa 22 (parte 2 de 2), de Joseph Heller. Audiolibro.

Trampa veintidós audio libro dos dedos veintitrés el viejo de natal y el único hombre del escuadrón que llegó a haber algún plátano fue archi que obtuvo dos gracias a un influyente miembro de su asociación que pertenecía al servicio de intendencia cuando la fruta maduro y empezó a distribuirse en italia por los canales normales del mercado negro y que estaba en el piso de los oficiales con diosa harían la noche que nadie encontró al fin a su puta tras varias semanas de infructuosa búsqueda y la convenció para que volviera a la casa con otras dos amigas prometiéndoles treinta dólares a cada una treinta dólares a cada una repitió archi con calma manoseado a las tres chicas que se estaban desnudando con el aire escéptico de un experto razón don es mucho dinero para un género como éste además yo no les pagó jamás no te estoy pidiendo que pagues tu se apresuró a explicarle nadie yo pagaré a las tres lo único que quiero es que vosotros vayáis con las otras dos es que no vais a echarme una mano archi sonrió con afectación y sacudió su redonda y blanda cabeza nadie tiene que pagar por art puedo conseguir lo que quiere y en el momento que quiera simplemente ahora no estoy de humor porque no les pagas a las tres y pides a las otras dos sugirió ellos harían porque entonces la mía se enfada conmigo por hacerle trabajar replicó nato y dirigiendo una mirada angustiada su chica que lo contemplaba con expresión furiosa murmurando algo dice que si la quisiera de verdad debería dejar la marchar y acostarme con una de las otras se me ocurre una y mejor dijo archi muy humano porque no se quedan aquí las tres hasta el toque de queda y después las amenazas con echar las a la calle para que las detengan a menos que nos den todo el dinero que llevan incluso podríamos amenazar las con tirarlas por la ventana archi natalie estaba espantados solo quería ayudar replicó archi avergonzado art y siempre intentaba ayudarán a porque su padre era rico y conocido y se encontraba en una situación excelente para ayudar a archi cuando acabará la guerra bueno bueno se defendió que hombros o en el colegio hacíamos continuamente cosas así recuerdo un día que engañamos aquellas dos tontas del instituto para que fueran al club de estudiantes y las obligamos a desnudarse para todos los que quisieran amenazándolas con llamar a sus padres y contarles lo que estaban haciendo la estuvimos en la cama más de diez horas incluso les dimos unos cachetes cuando se quejaron después les quitamos todas las monedas y el chicle que llevaban y lo tiramos que bien nos lo pasábamos en aquel club recordó pacíficamente sus gruesas mejillas encendidas por el calor rubí cundo y jovial de la nostalgia condena vamos a los mismo a todo el mundo incluso entre nosotros mismos pero archi no le sirvió de ninguna ayuda anal y la chica de la que estaba tan profundamente enamorado se puso a insultarlo con creciente rencor por suerte en aquel preciso momento irrumpió yo el hambriento en la habitación y las aguas volvieron a su cauce pero da en bar entre otras pillando borracho al cabo de unos minutos y se puso a abrazar a una de las chicas que no paraba de reírse como una bomba había por tanto cuatro hombres y tres chicas y los siete dejaron archi en la casa y cogía en un coche de caballos que no se movió del bordillo de la cera durante un rato porque las chicas querían cobrar por adelantado nat les dio noventa dólares con gesto garante tras haberle expedido prestados veinte años harían treinta y cinco adán bari diecisiete joel hambriento a partir de entonces las chicas adoptar una actitud más amable y le gritaron una dirección al coche que los llevó al trote por media ciudad y se detuvo en un barrio que los soldados no conocían ante un edificio alto y antiguo de una oscura calle los cuatro hombres siguieron a las chicas por cuatro largos tramos de empinadas escaleras de madera crujiente y todos entraron en un resplandeciente piso que desbordaba milagrosamente con una infinita marea de chicas guapas jóvenes y desnudas y que también albergaba al viejo libertino que tanto y gritaban y con su constante risa cáustica y al bloque ante vieja puritana del ies y gris ceniza que censura balas inmoralidad modalidades que allí ocurrían y que hacía todo lo posible por mantener el lugar en orden aquella asombrosa casa era una fértil y hormiga ante cornudo copia de pezones y ombligo femeninos al principio sólo estaban las tres chicas en el comedor débilmente iluminado por una luz para luzca situado en la confluencia de tres movimientos pasillos que llevaban hasta las lejanas alcobas de aquel extraño y prodigioso burdel las muchachas se desnudaron de inmediato deteniéndose en su tarea de vez en cuando para hacer algún comentario muy orgullosas sobre su chillones ropa interior y sin parar de bromear con el demacrado viejo de pelo largo y blanco y de esa línea de camisa blanca abierta hasta la cintura que estaba sentado en un desvío fijado sillón azul casi en el centro exacto de la habitación y que recibió a nadie y sus compañeros