El dirigente agropecuario y militante comunista Francisco Tropeano fue detenido y encarcelado en Neuquén por nueve días. El Ejército quería "conversar" con él y para ello el comandante en jefe ordenó al mayor Marchetti que lo trajera a Bahía Blanca.
Venía como un pasajero más y escuchó que el militar "le solicitó al piloto que hablara a la Base de Espora a ver si me esperaban vehículos del Ejército, le dijeron negativo, empezó a ponerse nervioso. Cuando llegamos había sí un coche sin patente con tres personas, una de las cuales resultó ser Santiago Cruciani".
"Me metieron en el auto, me dieron un golpe, me tiraron al piso, me pisaron y me pusieron una pistola en la cabeza. Este hombre iba dando las contraseñas para salir, parecía que me estuviera raptando de allí. Yo gritaba porque no podía respirar y este hombre me dijo 'aunque te parezca mentira te estamos salvando la vida'".
Fue llevado a La Escuelita. "Entré por lo que me pareció un portón de chapa que crujía, después de tres horas de interrogatorio en el auto, creo que andaba por caminos rurales de tierra, me recalcaba que estaba en sus manos, que mi vida no valía nada y que si no le decía la verdad me iban a comer los pescaditos".
Le preguntaban por qué había viajado a la Unión Soviética, respondía que había ido a la Universidad de los Pueblos, que estudiaba la economía agraria de otros países. "Era un dirigente del Movimiento Regional de Productores que cofundé en Neuquén que tenía mucha ascendencia social, me acusaba que había sido el impulsor de la toma de las rutas, cosa que es cierto".
Lo imputaban ser "el jefe de la subversión de la Patagonia", tener vínculos con el Movimiento Manuel Rodríguez, le reprochaban traer armas de Chile, esconderlas en cavernas de Las Lajas y desde allí distribuirlas a la guerrilla argentina. "Seguramente fue lo que provocó que La Nueva Provincia haya puesto cuando me blanquearon que cayó el jefe de la Patagonia. Sostenían que había estado reunido con Santucho y Abal Medina en una casa en Chos Malal, que ellos sabían todo y que si lo negaba me iban a comer los pescaditos".
Estuvo en algo parecido a un galpón, atado a una cama. "Pensé en la tortura lógicamente, escuchaba respiros, me daba cuenta que estaba con otras personas". Una noche simularon un intenso tiroteo. Los represores gritaban que los Montoneros habían ido a rescatar a los detenidos. "Es que había ejecuciones en el lugar, no solamente la gente que moría por tortura".
Tras el revuelo lo tiraron detrás de una matera donde los guardias "conversaban hasta altas horas de la noche, algunos se pasaban de bebida, escuchaba relatos de mujeres sobre todo. Pero una noche escuché una apuesta entre dos: qué era más efectivo para sacar información a la gente ¿la picana eléctrica o el submarino? Se jugaron una botella de whisky y dijeron cómo probamos esto. Dijeron vamos a agarrar alguno que haya probado las dos cosas, vamos a buscar a Bustos, cuál de ellos, a René. Le preguntaron cuál de las dos cosas era peor y tuvo que elegir. Dijo la picana eléctrica. Entonces el de la picana dijo ahora vas a ver lo que es la picana eléctrica. Pobre Bustos".
Luego de casi cuarenta jornadas fue "blanqueado" en la cárcel de Villa Floresta junto a los tres hermanos Bustos, Benamo, Medina, Miramontes y Arias. Meses después fue llevado al penal de Rawson. El general Sexton anunció al obispo neuquino Jaime de Nevares que el cónclave había decidido la liberación del dirigente que se concretó una madrugada de fines del 77.
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