En el año 1798, el sacerdote británico Thomas Malthus publicó el “Ensayo sobre el principio de la población”, en el que trataba de explicar cómo la pobreza resultante de la primera Revolución Industrial que ya había despegado en esos momentos en Inglaterra, se debía al hecho de que la población crecía mucho más rápidamente que los recursos, por lo que la escasez y la carestía eran inevitables. Este libro tuvo mucha importancia porque, por primera vez en toda la historia, un estudioso consideraba que había un exceso de población en el mundo y que ese exceso ponía en riesgo al conjunto de la humanidad. Pero los postulados de Malthus se demostraron equivocados. En 1798, año en el que escribió su popular ensayo, en la Tierra vivían algo menos de mil millones de personas. Hoy vivimos casi ocho mil millones y sigue sin producirse el agotamiento de los recursos y el consiguiente colapso demográfico que anunciaba Malthus con tanta pesadumbre. Al contrario, nunca la humanidad ha dispuesto de tantos recursos como en nuestros días.
A pesar de los hechos, el maltusianismo se ha convertido en una constante en los dos últimos siglos y con regularidad surgen autores distópicos que anuncian el inevitable fin de la abundancia por el exceso de población. Si esto hubiera quedado en el terreno de la literatura o en el cine, no pasaría del género distópico o de catástrofes, pero no ha sido así. La demografía se ha convertido en todo un campo de batalla ideológico. En algunos lugares del mundo se ha llegado a aplicar soluciones propias de la ingeniería social cuyas consecuencias empezamos a ver hoy. En caso más paradigmático y radical fue la la política de hijo único impuesto en China entre 1979 y 2015. Esto ha ocasionado infinidad de disfunciones sociales y ha provocado que el fantasma del envejecimiento repentino caiga sobre el país.
Junto a esto, la demografía histórica, es decir cuántos seres humanos hubo en el pasado, se ha convertido también en campo de batalla para todo tipo de activistas. Dos ejemplos actuales: el debate sobre el supuesto genocidio en América basado en cifras claramente exageradas de cuántas personas había en América antes de la llegada de los europeos a finales del siglo XV; o la cuestión sobre una España vaciada por las ansias de las grandes ciudades de la segunda mitad del siglo XX de robar su población a los pueblos.
Sobre estas cuestiones de demografía histórica vamos a reflexionar hoy y lo haremos en compañía de Alberto Garín.
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Comments
Interesante debate con hechos históricos. Hay algunas cuestiones que tengo mis dudas. - Para que sea catastrófica la pérdida de mano de obra en China habría que contar con el supuesto de que la tecnología no provoque una reducción de los puestos de trabajo a los que estamos acostumbrados. Tenemos el caso de Bangladesh, un país tremendamente denso y dependiente en gran parte de la industria textil donde cada vez hay menor empleo (ridículo comparado con España pero en alza desde los 90). - Está claro que las personas queremos ir donde se viva mejor pero el clima en Madrid es el mismo que en Albacete. Esencialmente es por trabajo. Ahora con el teletrabajo de muchas profesiones y que por fin llegó la fibra a muchos pueblos, sigue siendo triste que la única solución para jóvenes sea marchar a las ciudades para hacer el trabajo que harían donde nacieron. Especialmente cuando en muchos casos la otra consecuencia es abandonar pisos en Mérida a 55000€ y pasar a los 150000€ de Parla. Terminando por ser inquilino de una habitación irremediablemente en muchos casos. Pregunten a los que pueden elegir a medias como el funcionariado (Guardia Civil, profesores, etc) si prefieren ir a trabajar en la ciudad con el mismo sueldo. - Lo que tengo claro es que las medidas políticas conllevan reacciones inesperadas y por tanto no es la solución más deseable.
Yo creo que poniendo un ministerio en los sitios vacíos se soluciona. También se me ocurre poner McDonalds públicos en cada sitio que. esté vaciado . Es fácil, feliz ramadan.
Interesante y escabroso tema. Gracias por la aportación.
FAN - TÁS - TI - CO. ¡Enhorabuena!
Fantástico programa.
La duda que se plantea sobre porque se uso una bomba de uranio sin probar sobre Hiroshima, tiene la siguiente explicación: para hacer una bomba atómica de uranio enriquecido lo difícil es obtenerlo en cantidades suficientes, pero ya una vez que tienes el material necesario la mecánica de armar la bomba es muy sencilla, solo tienes que mantener separado en dos partes el material fisionable y juntarlos en el momento de la detonación para formar la masa critica, en cambio en una bomba atómica de plutonio es fácil conseguir el material como consecuencia del funcionamiento de un reactor nuclear, pero para obtener la masa critica se necesita de una implosión controlada, la cual es técnicamente difícil de conseguir, por eso, una vez que tuvieron el diseño adecuado tuvieron que probarlo para ver si funcionaba en la vida real.
decir "el progreta de turno" estando en un podcast serio? 🤦♂️
No se, pero me da que muchos no han entendido nada ….
Entonces, señor Garín, según la demografía histórica: ¿a partir de cuantos seres humanos asesinados por territorio capaz de sustentarlos, plan de asentamiento utilizado y recursos tecnológicos disponibles se considera genocidio…? ¿Es menor el daño causado a una comunidad en función de la amplitud de la demografía referenciada? ¿Se puede ser empático en el análisis histórico con el conquistador que exagera su crónica y no con el indígena que llora a sus ancestros? Es cierto que las matemáticas ayudan mucho en la labor del historiador, pero en esos cálculos no se incluyen ni el dolor, ni el amor. Es una lástima que un análisis tan riguroso, y por supuesto interesante, acabe usándose como disfraz para la arrogancia. Muchas gracias y un saludo.
Suelo estar de acuerdo contigo y, sobre todo, con tus razonamientos, pero no es el caso de este episodio. La población del pueblo de Alberto será la misma que a principios de siglo XX pero la de Madrid no lo es... ni la de España. La distribución de la población ha cambiado. Además habéis reducido al absurdo el razonamiento. La alternativa no es morirse de hambre. Tampoco la ingeniería social. Desde las instituciones se puede fomentar que se creen puestos de trabajo de manera menos concentrada. Así evitas la superpoblación de las ciudades y la falta de recursos de pueblos que, al quedarse vacíos, también se quedan sin ingresos y, por lo tanto, sin servicios públicos. Un saludo. Aunque no lo parezca, me encanta el programa.