Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc.
Queridos hermanos y hermanas:
Antes de Cristo y después de Cristo. Hay un antes y un después en la vida del hombre, y Cristo es el centro de la vida del hombre. El hombre, efectivamente, inicia su vida como hijo de Dios con el Bautismo. Mientras que la circuncisión manifestaba un cumplimiento de La Ley desde Abrahám y su descendencia, hasta los tiempos del Redentor; el Bautismo, en cambio, es ley para todos los pueblos y para todos los hombres, hasta el fin del mundo. La circuncisión era una señal «corporal», por ende una señal externa, que daba derecho a los bienes corporales y terrenos; el Bautismo, en cambio, no consiste solo en un signo externo sino que encierra en sí la gracia, imprime al alma un carácter indeleble y comunica bienes muchos más elevados, espirituales y celestiales. Mons. Straubering.
Si bien La Primera Lectura manifiesta un caldeado ánimo entre algunos con los discípulos Pablo y Bernabé, finalmente se contrapone el espíritu de obediencia y de lealtad hacia La Iglesia, porque dice: «se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia»
Éste será el inicio de la primera discusión de un Concilio en La Iglesia, el conocido Concilio de Jerusalén. Cabe, pues, destacar la importancia de que La Iglesia Primitiva tiene un orden hacia una jerarquía: Apóstoles y presbíteros con Pedro como cabeza de La Iglesia, que dirigido por El Espíritu Santo va llevando el querer de Dios para la salvación de los hombres.
Hermanos y hermanas: Cantemos el salmo que cantan los recién bautizados: ¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor" Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Es el alma del hombre que se regocija de saber que va a entrar en la morada, en el Corazón de Dios por el sello del Bautismo.
Si se ha recibido el Bautismo hemos recibido nueva vida, la vida de perseverancia, pues el Bautismo es un ingresar a la vida en Cristo, estamos llamados a perseverar para gozar de la otra vida La Vida Eterna. Dice el CIC 1213: El Bautismo es el fundamento de la vida cristiana y es el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión
("El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra": Catecismo Romano 2, 2, 5) Por el Agua es por El Espíritu Santo que tenemos el nuevo nacimiento, y por la palabra, por la que recibimos instrucción de La Iglesia de lo que tiene que hacer todo cristiano para que bien guiado, transite durante toda su vida por los Sacramentos de salvación que La Iglesia administra, y el hombre llegue a buen puerto, La Casa del Padre. Toda la vida del cristiano es un caminar de la mano de La Iglesia que le dota de La Palabra de Dios en donde se encuentran todos los Sacramentos instituidos por Dios para la salvación del hombre.
Cuando El Señor nos dice: «Todo sarmiento que lleva fruto, lo limpia, para que lleve todavía más fruto» Nos está diciendo que todos los sarmientos son los cristianos, en efecto, que se mantienen en la gracia de Dios; por eso dice: «Todo sarmiento que, estando en Mí»… por los Sacramentos donde se encuentra Dios Vivo, lleva fruto por el Sacramento que se le ha administrado, y éste fruto: dones y virtudes va limpiando y desenterrado toda impureza en el alma del hombre, y lo hace por El Espíritu Santo, porque dice: «Todo sarmiento que lleva fruto, lo limpia»… para que sean de utilidad para nuevos cristianos; es decir, a nuevos sarmientos, y es que así dice: «para que lleve todavía más fruto»… y que a su vez los cristianos o los que aún no eran cristianos, son limpiados por los mismos Sacramentos que habían sido olvidados y desechados, ya por inconsciencia, ya por consciencia del hombre.
«Vosotros estáis ya limpios»… es decir, quienes han recibido los Sacramentos, y añade: «gracias a la palabra que Yo os he hablado»… porque todo cuanto nos ha revelado El Divino Maestro ha sido necesario para nuestra salvación. Por tanto, si permanecemos en obediencia a La Palabra de Dios y El Magisterio de Su Iglesia permaneceremos a salvo. Apartados de La Iglesia no hay vida porque dice: «Así como el sarmiento no puede por sí mismo llevar fruto, si no permanece en la vid» Dirán los necios: La vid es El Señor Jesús, no La Iglesia Católica. Y nosotros respondemos: Si, La Vid Es El Señor Jesús, pero El Señor Jesús está en los Sacramentos que La Iglesia administra, por ello La Iglesia es Sacramento de Salvación. Así como lo Es El Santísimo Sacramento, La Santa Eucaristía, Él, Cristo Eucaristía, está en La Iglesia Católica, y por La Eucaristía el hombre tiene salvación. Quien no come del Cuerpo de Cristo no se salva.
Si el hombre no toma de los Sacramentos que Dios ha instituido no desea su salvación; pues, El Mismo Señor Jesús dice: «Si alguno no permanece en Mí, es arrojado fuera como los sarmientos, y se seca»… Bien sabemos que un alma fresca y viva es como las ramas verdes y frondosas que sirven para dar frutos; más el alma seca al igual que el leño seco, como dice El Señor Jesús: «después los recogen y los echan al fuego, y se queman»… y en otro lado dice: «Si así tratan al árbol verde ¿Qué pasará con el seco?»…
Demos gloria a Dios con nuestros actos, trabajando para ayudar a que nuestros hermanos se salven, todos tenemos parte en este trabajo que nos está encomendando El Divino Maestro, porque dice: «En esto es glorificado mi Padre: que llevéis mucho fruto, y seréis discípulos míos»
Queridos hermanos y hermanas, que Dios nos bendiga y La Santísima Virgen nos proteja, y que fructifique sobre abundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Como siempre los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar: El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Dice el Señor (Jn. 6, 54)
En El Nombre del Padre, etc.
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