Entre 1575 y 1578 fue construido por la Diputación General del Reino un puente de nueva planta sobre el río Huerva para dignificar un antiguo paso fluvial y dar continuidad a los caminos que conectaban el puente de Tablas y la cercana puerta Quemada con el importante camino de Fuentes y de Tortosa. Los anteriores puentes, en madera, eran periódicamente arruinados por las excepcionales y tremendas crecidas del Huerva, por lo que esta nueva obra, en piedra de Leciñena, fue diseñada para permanecer en el tiempo. A raíz del cercano establecimiento del gran convento de los Carmelitas Descalzos de San José, veinte años después, este puente comenzó a ser denominado desde entonces como de San José.
Algo más de doscientos años después, durante los asedios bélicos de 1808-09 fue derruido uno de los tres arcos del puente de San José (el inmediato a la margen derecha) para tratar de impedir el acceso francés por ese estratégico punto, quedando así inutilizado para el tránsito. Tras la guerra, un puente de madera provisional fue construido aguas arriba, varias decenas de metros del antiguo de piedra, cuyos sillares comenzaron a ser desmontados y reutilizados en otros edificios. Del año 1847 queda el "Proyecto de un puente colgado que se intenta construir sobre el río Huerva en el sitio denominado de San José Extramuros de la Ciudad de Zaragoza", en una ubicación intermedia entre el antiguo de piedra y el provisional de madera, que no fue realizado.
Algunos años más tarde, en 1858, con motivo de la apertura de la puerta del Duque de la Victoria como acceso directo a la antigua y recoleta plaza de San Miguel, fue diseñado un nuevo puente en cemento para conectar de forma más directa con los caminos del Bajo Aragón y de Torrero. La ubicación de este puente, aguas arriba a todos los anteriores, se corresponde con la actual, que por las cosas que tiene esta ciudad suele ser considerada “la de toda la vida”. En 1885 comenzaron a circular por este puente las primeras unidades tranviarias traccionadas por caballerías de la línea 1 ”Bajo Aragón”, que desde 1902 fueron sustituidas por unidades eléctricas.
En el año 1923, albores de la motorización del transporte carretero, el puente de San José fue ensanchado e incluyó en los muros laterales originales una barandilla metálica reutilizada del puente de Santa Engracia, que había sido soterrado con motivo del cubrimiento del Huerva y el desarrollo del plan de Ensanche de esa parte de la ciudad. En agosto de 1945 la tranviaria línea 13 “San José” comenzó a circular por el puente de San José, hasta que en 1967 se unificó con la línea “Parque” dando como resultado la nueva línea 11 “Parque-San José”,clausurada en 1976.
La explosión desarrollista del tráfico motorizado en la segunda mitad del siglo XX convirtió a este puente en un mero punto de paso saturado de utilitarios, autobuses y camiones de gran tonelaje, con apenas dos mínimos espacios laterales para peatones, y así fue hasta que en 1987 una reforma incluyó el ensanche de la zona peatonal.
A pesar de que este de San José es uno de los puentes de la ciudad con más historia, carece de placa o rótulo que lo identifique ni que incluya siquiera un breve relato de su devenir.
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