De entre esos mitos femeninos presentes en la iniciación destaca en primer lugar la imagen imperecedera de la Sabiduría divina concebida como una Diosa. Este es sin duda el arquetipo femenino por excelencia, al que aspira unirse todo iniciado, e iniciada, en los Misterios, pues al fin y al cabo estamos hablando del grado más alto de Conocimiento, palabra que en sí misma ya sugiere la idea de un co-nacimiento, lo cual requiere de una “gestación” en el “útero” de la Diosa Sabiduría que solo abre sus entrañas a quien de verdad la ama y la desea sin reservas. Amor de cuya fuerza el aspirante a ese Conocimiento obtiene el valor que requiere enfrentarse, cuantas veces haga falta, a la propia muerte, o a la “disolución” de los lazos que lo mantienen atado a los estados inferiores. Algo que se presenta a través del rigor de las pruebas iniciáticas que tendrá que superar antes de que le sean abiertas en su conciencia las puertas de la percepción a una realidad cada vez más universal por el reiterado contacto con las entidades intermediarias, muchas de las cuales simbolizan a esta diosa. Este es el caso de la “Dama”, que entre las iniciaciones caballerescas de la Edad Media constituía el ideal espiritual del caballero, justamente porque ella representaba las virtudes de la propia Sabiduría. De ahí nació el mito de la “Dama Sabiduría” deseada por todo aquel que persigue hacer de su alma la residencia donde esta habite.
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